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Modernizar la tradición

Es lamentable pero en Cali aún hay muchos para los que lo tradicional son esas casas ‘viejas’ que hay que tumbar para “modernizar la ciudad y cambiarle la cara”

17 de octubre de 2018 Por: Benjamin Barney Caldas

“Excepcional lo de Marruecos ya que en la mayor parte del planeta lo que importa es el negocio”, dice un lector anónimo, lástima no saber su nombre, refiriéndose a una columna pasada (Modernidad y tradición, 30/08/2018) sobre una ciudad en donde lo “moderno” no ha destruido lo tradicional. Como invita convincentemente Eneas Brito, otro lector, “se debe empezar a trabajar desde ya en el tema de identidad como personas, como ciudadanos, como colombianos. El día que seamos conscientes de que la identidad nuestra no es ponerse una camisa amarilla el día de un juego, ese día todo cambiará para nuestro beneficio”. Ojala así sea.

Se trata de “construir cultura de ciudad a partir del reconocimiento del valor de la arquitectura tradicional”, como afirma Carlos Alamán Varón, otro lector de esta columna, pero “¿cómo inculcar estas ideas en el ciudadano de a pie para hacer reconocer por parte de los alcaldes el valor de la tradición arquitectónica para construir ciudad?”, se pregunta. He ahí la cuestión pues solo se podrá mediante la educación cívica, principiando en la escuela y terminando en la de no pocos funcionarios públicos y promotores privados que prefieren mirar a Miami que a Fes, o a Granada, “tierra soñada por mí”, ignorando sus ancestros hispanomusulmanes obnubilados por lo más frívolo de lo norteamericano.

El caso es que lamentablemente “en Colombia lo ‘viejo’ se demuele, o se deja caer o se dinamita […] acabando el patrimonio cultural”, señala Alberto Furman, otro lector de esta columna. “Ciudad con poca memoria”, concluye Daniel Álvarez, otro lector. Tal parece que aquí se ha olvidado que “Cali era más ciudad cuando era pueblo”, como ya se dijo aquí que dice Sylvia Patiño (Circulo vicioso, 13/09/2012) que, como fotógrafa que es, la ve más especialmente después de fotografiar ciudades y pueblos por todo el mundo, incluyendo recientemente los muchos y muy bellos de Marruecos todo lo largo del Alto, Medio y Bajo Atlas adentrándose en el desierto.

Es lamentable pero en Cali aún hay muchos para los que lo tradicional son esas casas ‘viejas’ que hay que tumbar para “modernizar la ciudad y cambiarle la cara” dando muestras de su ignorancia y falta de sensibilidad al escenario construido que los rodea, y desde luego de identidad con el mismo, lo que lleva a su irrespeto y atarvanería con los otros y con la ciudad. “Será porque en Marruecos [por ejemplo] no hay una cultura narcotraficante como si la hay en Cali, donde todo es presa de la especulación y el lavado de activos, y por eso allá hacen buena arquitectura respetando su pasado”, dice Pablo Jaramillo Navas, otro lector.

Afortunadamente crece en Colombia la protesta contra su corrupción generalizada, y lo mismo el convencimiento de la necesidad perentoria de legalizar las drogas para evitar el narcotráfico con sus secuelas de violencia, corrupción y mal gusto, siguiendo el ejemplo de Uruguay. Y para poder controlar culturalmente su consumo como se ha hecho con el cigarrillo y en Marruecos con el alcohol, que pasó de ser una prohibición del Islam a una sana costumbre, ya que se trata es de evitar su consumo excesivo y sus nefastas consecuencias, y no su civilizado disfrute. ¡Salud! y un buen habano en un parque cercano modernizando así una vieja tradición pues antes se fumaba en la casa.

Sigue en Twitter @BarneyCaldas

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