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La Haya - Cali

Sorprenden allá las calles llenas con carros estacionados a ambos lados y arrumes de bicicletas de tanto en tanto, ya que no hay garajes, y sus llanos andenes con sardineles muy bajos son funcionales y agradables.

4 de diciembre de 2019 Por: Benjamin Barney Caldas

Sorprenden allá las calles llenas con carros estacionados a ambos lados y arrumes de bicicletas de tanto en tanto, ya que no hay garajes, y sus llanos andenes con sardineles muy bajos son funcionales y agradables. Los carriles para cruzar solo los ocupan los que van a hacerlo, y abundan los de doble sentido con ciclovías a los lados al mismo nivel para permitir que al encontrarse dos carros puedan desviarse los dos, y en algunas zonas sin mucho tránsito, peatones, bicicletas, carros (muchos eléctricos), buses y tranvías comparten un solo espacio a nivel, con pocas señales y demarcaciones, pero sí mucha urbanidad por parte de todos y no pitan, mientras en Cali es todo lo contrario.

Pese a haber sido bombardeada en la II Guerra Mundial, el centro histórico de La Haya conserva su carácter con nuevas intervenciones que siguen paramentos y alturas existentes, remodelaciones interiores y, debajo de las calles, estacionamientos y pasos uniendo edificios. No hay ruido, ni líneas eléctricas aéreas, ni escombros, ni basuras, ni pintadas, y sólo, algo alejados, algunos rascacielos que, con mucho vidrio, podrían estar en cualquier parte. Hay grandes zonas verdes a las afueras y bellos parques con agua, los que tanta falta hacen en Cali, especialmente uno central, grande y con un lago, en la actual base aérea, y por supuesto utilizar más y mejor sus cerros y la cordillera.

Gente de diferentes orígenes y procedencias, en especial indonesios, comparten La Haya, una ciudad mediana (500.000 habitantes), plana, cerca al mar pero sin montes a la vista, y sede del gobierno de Holanda. A diferencia de Ámsterdam, la capital oficial, tiene apenas un par de canales pero varios grandes estanques, y su encanto está en su seguridad, orden, tranquilidad y silencio, y por su escaso turismo invasivo, el que se rechaza cada vez más en muchas ciudades. Todo lo contrario de Cali, una conglomeración urbana muy grande con inmigrantes, especialmente de la Costa Pacífica, insegura, caótica y bulliciosa, y cuyo creciente turismo llena de hostales sin permiso a San Antonio.

Las dos son ciudades de servicios, pero mientras aquella es sede gubernamental nacional y de la Corte Internacional de Justicia, la Corte Penal Internacional, Europol y de importantes museos, Cali depende de los gobiernos departamental y nacional. Allá hay memorables pasajes comerciales y animadas calles con almacenes y restaurantes y, salvo algunas sedes internacionales, en rascacielos, las oficinas no están separadas de las viviendas, y no existen ventas callejeras ni vendedores ambulantes, a los que habría que organizar en Cali, ni mendigos. Allá las naves industriales están a las afueras, algo retiradas de las autopistas (llenas de carros) no como en Cali que están justo al lado de las carreteras.

La Haya está en un paisaje plano, cerca está el mar y tiene cuatro estaciones; Cali disfruta de un clima templado y luz natural todo el año, al lado de una alta cordillera y con un amplio valle a sus pies pero ignora sus ríos. Aunque fueron parte del Imperio Español, Cali tiene relaciones es con Andalucía, Extremadura y Marruecos. Aunque Holanda es una monarquía es más democrática que Colombia y con un Gobierno eficiente, y aunque su policía casi no se ve la seguridad se respira en todas partes. Allá hay cultura urbana, facilitada por ser una ciudad mediana, pero a Cali su rápido crecimiento la ha llevado a ser una ya muy grande que habría que dividir en varias pequeñas... como La Haya.

Sigue en Twitter @BarneyCaldas

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