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La cubierta

Visitar el Solar Decathlon es importante pues pese a sus falencias alerta nuevamente sobre la necesidad de una nueva arquitectura ante las amenazas del cambio climático.

25 de diciembre de 2019 Por: Benjamin Barney Caldas

Visitar el Solar Decathlon es importante pues pese a sus falencias alerta nuevamente sobre la necesidad de una nueva arquitectura ante las amenazas del cambio climático, lo que es del interés no apenas de los arquitectos sino del público en general que en busca de vivienda termina comprando apartamentos (cajas de zapatos) mal localizados, mal emplazados, mal diseñados, mal construidos, e irremediablemente feos, no para ellos sino para los demás ciudadanos a los que les toca verlos. “Intentar dar sentido al mundo sin reconocer el impacto psicológico de la arquitectura en él es pasar por alto un aspecto fundamental de su naturaleza” dice Deyan Sudjic (La arquitectura del poder, 2005, p. 10).

La vivienda surge buscando un refugio y cuando la emoción ya buscada para las tumbas y monumentos se le agrega a las residencias principales, la cubierta pasa a ser su principal recurso; el que se olvidó con la repetición frívola de la arquitectura moderna que la eliminó, no así sus grandes maestros que recurrieron al techo jardín, el escalonamiento de los pisos superiores, los lucernarios, las grandes cubiertas a una sola agua y otros recursos; cubiertas que ahora son de nuevo muy importantes al poder poner en ellas paneles fotovoltaicos. Y debajo de la cubierta están, desde un amplio y alto hall hasta las tres sencillas habitaciones de una casa de hacienda en el valle del río Cauca.

La cubierta es, pues, un asunto muy importante de la arquitectura para la imagen y protección del edificio y, en el Siglo XXI, para generar energía eléctrica, sobre todo en el trópico donde recibe cerca de la mitad de la radiación solar casi 12 horas al día a lo largo de todo el año. Su acertado diseño es todo un reto para una nueva arquitectura de cara al cambio climático; y al respecto es pertinente recordar que las tejas árabes de barro son una simplificación de la teja romana pero que generó ese fuerte relieve entre las canales y las tapas de las techumbres tradicionales con su contraste de luz y sombra, lo que las hace tan bellas, y aún más cuando se lo aumenta con la pega como se hace en Andalucía.

Seguramente los paneles fotovoltaicos seguirán siendo planos y lisos pero ya los hay de diferentes tamaños y proporciones y de varios colores incluyendo el rojo; y qué bueno sería poder contar con uno más parecido al tamaño de una teja de barro para poder disponerlos como en un tejado tradicional, es decir acentuando las líneas verticales. La otra posibilidad es disponerlo sobre cubiertas planas pero no repitiéndolos sin imaginación sino buscando creativamente otras composiciones espaciales combinando sus tamaños y formas, y que cerca de la línea ecuatorial no tienen que estar inclinados los del norte al sur y los del sur al norte; y en el Solar Decathlon se pueden vislumbrar algunas posibilidades.

Un iglú es solo cubierta para refugiarse adentro y una maloca una muy grande sobre un solo y amplio espacio, pero ineludiblemente una vivienda actual combina diversos espacios y estos deberían generar distintas cubiertas aunque agrupándolos por áreas; sociales, habitaciones y servicios ya sea en el mismo sentido o perpendiculares entre sí y formado patios; serían cubiertas inclinadas a una sola agua de diferentes alturas, que en los climas calientes se prestan para generar sifones térmicos verticales para sacar el aire caliente, y en los climas fríos para dejar entrar el sol de la mañana, y por supuesto pueden estar combinadas con azoteas y terrazas generando atractivos relieves.

Sigue en Twitter @BarneyCaldas

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