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Estudiar en casa

Si se cuenta con una mesa de trabajo y estudio en cada habitación, qué bueno también contar con otro sitio en dónde leer que no sea en la sala o en la mesa del comedor

17 de junio de 2020 Por: Benjamin Barney Caldas

Aparte de que el estudiar en casa no se puede reducir ingenuamente a sólo participar en algunas reuniones virtuales mediante un software de videollamadas, ni menos aún a sólo ver y oír teleconferencias sin poder participar fácilmente en ellas, lo que sí se puede hacer en casa y mucho mejor es leer, ya sea en papel o en una tableta o en el computador; y para leer en las casas o apartamentos es preciso contar con más de un sitio para poder hacerlo con el suficiente aislamiento, o sea que si se cuenta con una mesa de trabajo y estudio en cada habitación, qué bueno también contar con otro sitio en dónde leer que no sea en la sala o en la mesa del comedor.

Y en las ciudades con estaciones en las temporadas calientes y templadas y en el trópico ídem todo el año, bienvenido un corredor o un amplio balcón, una cómoda silla y una mesa para estudiar, y una hamaca para leer y descansar. Estas ya existían en Europa antes del descubrimiento de América, como lo demuestra su representación en el manuscrito ilustrado del Salterio de Luttrell, c.1330, Inglaterra, y su uso se expandió alrededor del mundo por las empresas comerciales del Siglo XVI, comenzando por los marineros en los barcos, ya que se mantiene quieta mientras el barco se inclina (Wikipedia) o por lo contrario en tierra firme moviéndola para que se refresque con el aire.

Leer bien es comprender la significación de un texto e interpretarlo de un determinado modo para poder proceder a analizarlo distinguiendo y separando sus partes, y conocer así su planteamiento y entender sus enseñanzas; es decir, que finalmente sus instrucciones, doctrinas, reglas, preceptos, advertencias y ejemplos sirvan de experiencia y guía para obrar en lo sucesivo en la materia que se está estudiando, por supuesto corrigiéndolos, actualizándolos y completándolos ya que, como lo dijo Cervantes: “No hay libro tan malo […] que no tenga algo bueno” (El Quijote, P.I, C. III), aunque desde luego es pertinente escogerlos bien preguntándole a los que ya han leído sobre el tema.

Leer se puede hacer mucho mejor en casa, precisamente, ya que difícilmente se puede hacer con comodidad en las escuelas, colegios y universidades, y estudiar en casa lo han hecho siempre los autodidactas, pero someter a todos los estudiantes y en todos los niveles a hacer el estudio apenas virtualmente es un real despropósito. Los niños aprenden a hablar en la casa; se les enseña a escribir y a leer en la escuela, a socializar hacer deporte junto con conocimientos básicos; se les da más de lo mismo en el colegio, además de excursiones y viajes; y en la universidad se les enseña a aprender mediante experimentos, visitas, viajes, ejercicios, lecturas y escritos pertinentes a lo que estudian.

Pero para aprender hay que comparar lo leído con otros textos, al respecto o no, para descubrir sus relaciones, diferencias y semejanzas y, después de haber considerado sus circunstancias, concluir deduciendo algo y confrontarlo, enfrentando lo concluido con otras opiniones similares o diferentes, y poder aclarar para explicar lo finalmente concluido y a hacerlo más fácil de comprender escribiéndolo. Y entonces sí proceder a debatirlo, es decir, someter lo escrito a discusión con otros interesados en el tema de estudio en un aula o un auditorio, o en la cafetería, y poder entonces constatar que si se ha aprendido algo, lo que evidentemente no es posible hacer en casa virtualmente.

Sigue en Twitter @BarneyCaldas

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