Columnas y premios
Sin duda es bien merecido el premio de periodismo Simón Bolívar, en...
Sin duda es bien merecido el premio de periodismo Simón Bolívar, en la categoría de Crítica de Periodismo Escrito, a Julio César Londoño. Como él mismo lo dice, las ventajas de tener una población bien informada son obvias, y gracias a las redes sociales las personas pueden tomar mejores decisiones. Lo cual desde luego no quiere significar que siempre sean las acertadas, y cita varios casos muy conocidos en que no resultaron tales, pero advierte que el que la primavera árabe se haya marchitado con la celeridad de una rosa de florero [es] harina de otro costal. Como concluye: Desconocer hoy el peso de la opinión pública no es ético. (Periodismo científico, El País, 13/11/2014).Los objetivos del periodismo -escribe Londoño- son eminentemente sociales: formar la masa crítica necesaria para la realización de debates amplios sobre investigaciones polémicas, brindar al hombre de la calle la oportunidad de satisfacer su pulsión natural de conocimiento [y] si se logra que un buen número de personas tengan una comprensión aceptable de [esos] temas, estas personas actuarán como multiplicadores de información en sus comunidades. De esta manera [ ] la opinión pública tendrá voz y voto en el debate. Si no, las grandes decisiones seguirán tomándose a puerta cerrada, al arbitrio de la ambición del industrial, la vanidad del científico y el ajedrez de la política.De otro lado, en las columnas de opinión, como se decía en ¿Lectores o foristas? (programalallave.com, Cali 05/03/2013): Su redacción y estilo, su poesis (no su poesía, en la que no deben intervenir los correctores de estilo, igual que en el exceso de erudición), es clave como en las impecables columnas de [Antonio] Caballero, o las de Daniel Samper Pizano en El Tiempo. O las de Julio César Londoño en El País o El Espectador, que se pueden leer por el puro placer de hacerlo pues son como buenos cuentos, y uno termina por enterarse de cosas buenas o malas y de las sesudas críticas que el autor les hace a esas cosas. Incluso algunas son puros cuentos (como, Ernesto Roth, de Londoño en El País, 25/10/2013). Y como igualmente dice Londoño: Frente al estilo que debe seguir el periodista científico, hay por lo menos dos posiciones: la ortodoxa, que es partidaria de abordar los temas con un lenguaje plano, y la poética, defendida por los que prefieren que la divulgación científica esté en manos de periodistas con buena formación en letras. A los ortodoxos les preocupa la tendencia de los poetas a sacrificar un mundo para pulir un verso. [pero] el ortodoxo [puede] falsear los resultados de la ciencia [ ] por incapacidad verbal.Al respecto hay que comprender que la información bibliográfica que suelen incluir cada vez más columnistas, (autor, texto, fecha y hasta página) no es apenas un elemental respeto por los responsables de las ideas o de las frases citadas, textualmente o no, sino que constituye una valiosa información para los lectores que deseen profundizar en el tema respectivo o sencillamente verificar la información. Por lo tanto, es necio decir que dificulta la lectura, cuando en realidad la está enriqueciendo, o que es una demostración de erudición, como si esta lo fuera per se. Y por supuesto es claro que hay que buscar escribir con gracia: como Londoño, y de ahí la pertinencia del premio.