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¿Por quién votar?

Las opciones para suceder a Maurice Armitage en la Alcaldía de Cali son una mezcla variopinta, que no reúne en un solo candidato las condiciones para gobernar una ciudad caótica.

26 de septiembre de 2019 Por: Beatriz López

Las opciones para suceder a Maurice Armitage en la Alcaldía de Cali son una mezcla variopinta, que no reúne en un solo candidato las condiciones para gobernar una ciudad caótica que no ha logrado subsanar en su totalidad los problemas que la aquejan.

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Sin demeritar la labor del actual alcalde, hay temas no resueltos: movilidad, seguridad, empleo, salud, infraestructura y dos prioridades para la estabilidad económica y ambiental: el rescate de Emcali y la culminación de las obras del Jarillón del río Cauca.

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Jorge Iván Ospina, que lidera las encuestas, tiene a su favor el haber sido alcalde, ya que en su mandato se comenzaron 9 de las 21 megaobras. Lo han satanizado por su origen y lo comparan con Petro, cuyo comportamiento volátil, agresivo y megalómano en la Alcaldía de Bogotá en nada se parece a Ospina que fue mandatario respetuoso y conciliador. Su problema son los 8 procesos disciplinarios pendientes en la Procuraduría, por presuntos actos de corrupción como la remodelación del Pascual Guerrero y los ‘guardias cívicos’.

Él afirma que los señalamientos son persecución política y que les ha dado la cara a los entes de control. Sin embargo, la presión de algunos sectores para que sea judicializado antes de posesionarse, obedece al temor de que la Alcaldía quede acéfala, como ocurrió con Mauricio Cuevas y Apolinar Salcedo.

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Para neutralizar el fenómeno Ospina, el Centro Democrático le dio el aval a Roberto Ortiz, el ‘Chontico’, empresario honesto que ha dado empleos a 3000 mujeres cabeza de hogar. Ha sido representante y senador. Hizo estudios en España sobre Especialización en Alta Gerencia Pública. Su problema es que las aguerridas mujeres del CD manipulen su gestión, como le pasa al buenazo del presidente Duque, que hoy nos tiene al borde de la guerra con Venezuela.

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En la retaguardia quedan dos jóvenes: Alejandro Eder y Michel Maya. Ninguno podrá alcanzar a Ospina ni al ‘Chontico’. Eder trabajó con Uribe y con Santos y realizó una excelente gestión con los desmovilizados. Con Auralú Mera entrevistamos a exguerrilleros y paramilitares, dueños de una fábrica de estivas en Yumbo, que organizó Eder. Nos sorprendió la profunda reconciliación entre ambos bandos. A Alejandro no le perdonan su cercanía con Santos durante el Acuerdo de Paz, tampoco su formación gringa, dizque porque no conoce la ciudad, e influenciados por sectores de izquierda, lo descalifican por su origen burgués, cuando es un hombre con hondo sentido social.

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Yolima Espinosa me invitó a escuchar a Michel Maya, oí sus propuestas, su desparpajo para analizar los problemas de la ciudad, su visión joven e innovadora sobre las fallas de alcaldes anteriores y llegué a la conclusión de que si Eder y Maya se unen y definen por votación cual llevaría la antorcha del cambio, tendremos un alcalde cero corrupción con dos cabezas pensantes y formación académica, con acceso a las altas esferas del gobierno, que sacarían adelante el Metro, acabarían la profusión de vendedores ambulantes por empleos formales, rescatarían la joya de la corona de Emcali y los caleños podremos salir a la calle sin temor a que nos atraquen a la vuelta de la esquina.

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PD: Estamos en pleno XIV Festival Mundial de la Salsa. Lean esta nota divertida que recibí en mi WS desde la Secretaría de Cultura: “Somos la Cali ají del titicó frenético donde ser agualulero, visajoso y chicanero es un tatuaje urbano, de la lleca pura, lámpara y aletosa, en esa identidad de cultura popular urbana que reivindica el callejeo por los suburbios latinos, donde la salsa adquiere un estilo de vida, hechizado por la soltura del montuno, la melancolía de un bolero o la agresividad de un guaguancó”.