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Nieves

La noche en que Consuelo Lago recibió el premio de Periodismo Alfonso Bonilla Aragón, a la ‘Vida y Obra’, recordé el día que se publicó en este diario la primera caricatura de Nieves: 11 de mayo de 1968.

15 de agosto de 2019 Por: Beatriz López

La noche en que Consuelo Lago recibió el premio de Periodismo Alfonso Bonilla Aragón, a la ‘Vida y Obra’, recordé el día que se publicó en este diario la primera caricatura de Nieves: 11 de mayo de 1968.

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Consuelo le propuso al entonces gerente de El País, Eduardo Lozano, escribir por capítulos una novela en la página Femenina. Él aceptó y le hizo entrega de varias cuartillas. Apenas las recibió dijo: “mejor un personaje dibujado”, y que “sea femenino”, le advertí.

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Eran los años 60, y los aires libertarios de París no fueron ajenos a la mujer caleña. Nuestros referentes fueron Simone de Beauvoir, Virginia Woolf, Anais Nin y Sartre. Asistíamos a las conferencias de Estanislao Zuleta sobre literatura, dialéctica y sicoanálisis. Época del Nadaísmo, los Panamericanos y Festivales de Arte. Cali se volvió cosmopolita y las muchachas pasamos de la falda a la rodilla a la minifalda.

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Así nació la Página Femenina de El País. El reto era libertad absoluta de opinión, sin censuras. Dirigí entonces a un grupo heterogéneo que se atrevió a polemizar y a opinar sobre temas que antes les habían sido vedados. Eran, entre otras, Aura Lucía y María Cristina Mera, María Antonia Garcés, Lili Urdinola, Elena Garcés, Lucía Domínguez, Ruth López y Camilé de Vizcaya. A ese conciliábulo llegó Nieves, con su delantal de cuadros y su bello rostro, a poner los puntos sobre las íes del acontecer caleño. Han pasado 50 años, y sigue vigente.

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Nieves se ha convertido en un signo de identidad de Cali, como las tres Cruces, el chontaduro, el cholado y hasta las canciones de Varela. Pude corroborar esto durante la reciente inauguración de la muestra de sus pájaros en el patio de La Tertulia. Gentes de todos los estratos se tomaban una selfie con ella, otros querían enviar a sus hijos residentes en Australia, Canadá o Europa, uno de sus dibujos “para que mi hija se sienta en Cali”.

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Pero ¿quién está detrás de Nieves? ¿Cuál es el secreto para haberse metido en el alma del caleño de a pie? Pero también está en El Espectador, donde se codea con caricaturistas de la talla de Matador, Osuna, Beto y Orión. La respuesta puede estar en el entorno en el que creció: Manuel Lago, su padre, de origen español, llego a Cali a principios del Siglo XX, para vincularse al sistema bancario. Contrajo matrimonio con Clemencia Franco, de rancia estirpe caleña, con quien tuvo tres hijos: Consuelo, Manolo, el arquitecto que diseño el moderno Centro Histórico, y Pilar, pianista graduada en Chile, que hoy dicta clases magistrales de música, a las cuales asisto.

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La familia se traslado a Popayán, cuando Consuelo era muy pequeña, pues su papá fue a gerenciar el Banco de Colombia. Allí nacieron sus otros dos hermanos. Estudió con las monjas salesianas y después pasó al Liceo Benalcázar. Más adelante viajaron a Bogotá, y allá terminó el bachillerato en el exclusivo Gimnasio Femenino. Sus padres la envían después a Inglaterra donde estudió Pintura y Escultura en la Escuela de Arte.

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Manuel Lago parecía más inglés que español, (tomaba el té a las 4 de la tarde en el sofocante calor caleño), era un humanista que jamás olvidó su identidad europea y supo formar a sus hijos en la disciplina y la ética. Así es la autora de Nieves: estricta, íntegra, sincera. Se parece a Egan, el ciclista, porque jamás hace alarde de su talento. Es la defensora a ultranza de los ríos, páramos y pájaros, gracias a su gran asesor, Manolo Mejía, su hijo. Y, por supuesto Daniela, que siguió sus pasos y es una extraordinaria pintora, y le ha dado dos hermosas nietas.