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Minga sin Duque

Lo que se pregunta hoy el país es, ¿por qué el presidente prefirió irse el martes al Chocó, para “visitar la zona más violenta del país”, y dejar plantados a los indígenas?

22 de octubre de 2020 Por: Vicky Perea García

Cerca de siete mil indígenas del Cauca y otras regiones del país partieron rumbo a Bogotá en sus chivas multicolores, después de pernoctar dos días en Cali donde el alcalde Ospina logró que su permanencia no alterara el ritmo de la ciudad.

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Lo mismo hizo la alcaldesa Claudia López que preparó con antelación todo un operativo para que la minga no creara desórdenes en el tráfico, los recibió en persona y los ubicó en el Palacio de los Deportes, previa implementación de las medidas de bioseguridad. La jornada fue tranquila, apacible y organizada, hasta el miércoles 21 cuando llegaron a la Plaza de Bolívar para manifestar su apoyo al paro Nacional de Fecode y la CUT. En la tarde regresaron en paz a su territorio, dando ejemplo de
civilidad al país.

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La gran expectativa era el cara a cara de los indígenas con el Jefe de Estado, quien se había negado repetidamente a viajar al Cauca, y escuchar en persona las denuncias del asesinato de sus integrantes y otros temas de profundo contenido social. La ministra Alicia Arango anunció que solo ella y el alto comisionado, Miguel Ceballos, serían los anfitriones y no el presidente Duque.

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Mientras la Minga recorría las carreteras del Suroccidente, Duque condenaba a priori la protesta social indígena, advirtiendo los peligros de su presencia masiva en la capital por el contagio del coronavirus. Para rematar, dijo con soberbia que la “propuesta es más importante que la protesta”.

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Los presidentes de los gremios Fenalco, Andi, y Acopi pusieron el grito en el cielo ante la llegada de miles de indios a Bogotá, no solo por el contagio sino por el vandalismo contra el comercio “en cuidados intensivos”.

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Lo que se pregunta hoy el país es, ¿por qué el presidente prefirió irse el martes al Chocó, para “visitar la zona más violenta del país”, y dejar plantados a los indígenas? Y, ¿por qué Miguel Ceballos que iba a atender las peticiones de la minga en su reemplazo, anunció que prefería ir a Totoró para reunirse con miembros del Cric, polarizando aún más la división entre ellos?

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Duque perdió la oportunidad única de demostrar que no es como su predecesor que dejó plantados varias veces a los indígenas del Cauca, hasta que un día, cansados de sus incumplimientos, dejaron plantado a Uribe en el Parque de Bolívar de Cali megáfono en mano, hablando solo.

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No se ha dado cuenta que él no es el presidente de unos pocos. Está en la obligación constitucional y ética de proteger las minorías que sufren el maltrato de la discriminación y el racismo y llevan en su piel los rezagos de la esclavitud. Ellos son los guardianes de la madre tierra, y no “unos flojos que solo quieren terrenos que no cultivan”, como piensan algunos colombianos. Los indígenas que rodean la zona amazónica tienen hoy un pacto para defenderla de las multinacionales que arrasan con bosques y páramos, contaminan con mercurio sus ríos para extraer el oro o que al fraccionar el subsuelo se invada el espacio con el oro negro.