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El río de los muertos

Revelador y alucinante el Oratorio ‘El Río de los Muertos’, cuya presentación...

12 de junio de 2015 Por: Beatriz López

Revelador y alucinante el Oratorio ‘El Río de los Muertos’, cuya presentación en el Teatro Municipal, nos enrostró el dolor, el miedo y la desesperación de tantos colombianos víctimas de la violencia en las masacres de Puerto Berrío, Trujillo, El Salado y Vigía del Fuerte.***Mientras la delegación del Gobierno en La Habana lanza un salvavidas al proceso de Paz con la creación de la Comisión de la Verdad, fórmula discutida con las Farc para el “esclarecimiento de la Verdad, la Convivencia y la no Repetición”, la Orquesta Filarmónica de Cali, los coros de la Universidad del Valle y la poeta Ana Mercedes Vivas, demostraron a través de la música, la poesía y la oratoria, que sí es posible visibilizar la historia de los muertos que hoy rondan como fantasmas en ríos, pueblos y veredas de esta Colombia postrada y herida.***Mientras los juristas, los políticos y los señores de la guerra discuten la conveniencia de abrir o no la caja de pandora de la Verdad para que los actores del conflicto, sean cuales sean: guerrilleros, paramilitares, narcotraficantes, políticos, terratenientes o miembros de la Fuerza Pública, no paguen cárcel, los huérfanos, las viudas, los soldados mutilados, las mujeres violadas, siguen cargando en su alma el dolor de la pérdida, la rabia del deshonor y la furia de la impotencia.***El reto de llevar a escena la realidad de la guerra era demasiado grande. Pero músicos y poetas lo lograron. Los colombianos hemos descubierto la vasta geografía del país, a través de nombres sonoros que se transformaron en sitios macabros porque han sido escenario de barbarie, de pueblos dinamitados e incendiados, degollamientos, decapitaciones y violaciones, como Tacueyó, San José de Apartadó, Macayepo, Bojayá, La Rochela, El Aro, Mapiripán, Machuca, el Nilo, Trujillo, Chengue, el Tomate. ***La obra está concebida en tres partes: El Miedo, la Muerte, el Regreso y la Esperanza. Para imitar el río funerario suenan despacio, lentamente, la percusión y los trombones, el coro se refiere a los NN de la guerra, “de los que nadie quiere hablar ni nadie reclama, y que llegaron flotando por el río”, bajo la magistral dirección de Alberto Guzmán Naranjo.*** Los violines gimen, el narrador Juan Manuel Triana, dice desde un palco (hubo fallas en el sonido): “Hemos visto llegar la sangre al río, entre las rosas muertas, del amor y los cabellos se engarzan entre las piedras del miedo. En las orillas de los puertos, crecen los silencios”.*** El ciclo se cierra con el ‘Réquiem por la muerte grande’ de la inolvidable poeta Matilde Espinosa: “que descansen en paz, si paz hubiera. Que no vuelva el espectro de sus nombres a remover cenizas en la tarde…” Al final, la Orquesta irrumpe con violines, violonchelos, contrabajos, flauta, trombones y tuba para interpretar el himno del Regreso y La Esperanza. Aplausos frenéticos. ***Será que Gobierno, Farc, oposición, y los que han vivido en las ciudades y no han sufrido el horror de esta guerra interminable, ¿tendrán en cuenta, por primera vez, a las víctimas? ***ENTRETANTO: ¿Cómo analizar la decisión de Santos de enviar un avión de la FAC al aeropuerto de Maiquetía para ‘rescatar’ a Felipe González? ¿Fue un acto de independencia frente a las arbitrariedades de Maduro? O, ¿se siente tan seguro con el desarrollo de los diálogos en La Habana, que ya no necesita el apoyo del desprestigiado Presidente venezolano? Lo que temen muchos colombianos es la reacción primaria de Maduro ante la intromisión de Santos en un asunto interno de ese país. ¿Será que actuará como Chávez, cuando amenazó con enviar sus tanques a la frontera? Ojalá que sus palabras sobre la supuesta “conspiración” de Bogotá-Miami-España contra Venezuela, solo sea una cortina de humo.