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Duque en la encrucijada

La oleada de odio y confrontación que se infiltró nuevamente en la corriente sanguínea de los colombianos de ambos bandos, a raíz de la detención domiciliaria del expresidente Uribe.

13 de agosto de 2020 Por: Beatriz López

La oleada de odio y confrontación que se infiltró nuevamente en la corriente sanguínea de los colombianos de ambos bandos, a raíz de la detención domiciliaria del expresidente Uribe, tiene entre las cuerdas al presidente Duque, quien no solo afronta el difícil manejo de la pandemia sino el desgaste de dos años de gobierno, la virulencia de la oposición en el Congreso y el ‘fuego amigo’ de su partido.

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El primer mandatario lleva más de 45 días hablando del Coronavirus por los 12 canales de la Televisión, mientras en Catatumbo, Chocó, Cauca y Montes de María, el Eln, disidencias de las Farc, grupos de narcotráfico y carteles mexicanos, atentan contra la vida de líderes sociales, soldados y policías y, la inseguridad campea en las ciudades capitales.

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Tan compleja es la situación de Duque, que él mismo no sabe cómo dar el timonazo que requiere el país en crisis como el nuestro. Si se deslinda de su mentor, como lo hizo Juan Manuel Santos, podría ocurrirle lo mismo: la más cruel y despiadada campaña de desprestigio que trajo consecuencias fatales al Acuerdo de Paz, a lo que obviamente han contribuido los comandantes de las Farc, que niegan el reclutamiento de menores en sus filas y la violación de niñas y niños.

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Dos de las promesas de Duque al asumir la Presidencia: lucha contra la corrupción y reforma a la Justicia, permanecen en los anaqueles de los juzgados o en el escritorio de la actual Ministra de Justicia.
Casos tan emblemáticos como el de Odebrecht o el Cartel de la Toga, siguen en el limbo, mientras el gran fiscal que reemplazó al cuestionado Néstor Humberto Martínez, sigue dando bandazos con sus paseos a San Andrés, pone preso al eficiente gobernador de Antioquia, por una investigación de hace 14 años o la caución a la Alcaldesa de Bogotá, por desacato a la cuarentena, cuando la pillaron haciendo mercado.

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Al cumplir dos años de gobierno, concedió entrevistas a tutiplén, sin evadir -como acostumbra Uribe- preguntas incómodas como las muy acertadas de Vanessa de la Torre en Caracol, sobre la ‘Ñeñepolítica’, los lazos familiares non sanctos de Marta Lucía Ramírez y la violación de la niña indígena por soldados del Ejército, o las de Juan Roberto Vargas sobre el acto fallido del gobierno al apoyar a Juan Guaidó, su intención de “acabar con la JEP” y la propuesta de Paloma Valencia de una nueva Constituyente. Sin salirse de la ropa, las fue desmontando una a una.

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El gabinete en pleno, congresistas del CD, banqueros, empresarios, terratenientes y las ‘tías uribistas’, como llama Claudia López a las señoras bien, repiten el mantra de “Santrich libre y el intachable Salvador de la patria, detenido”, y arde la contraparte en sentido contrario, este país va rumbo hacia el inminente desplome de su economía, el desempleo, el hambre que incita al robo y al atraco y miles de colombianos que mueren a diario por causa del Covid-19, mientras colapsan las UCI. He ahí la dura encrucijada en que no solo se encuentra Duque sino todo el país.