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Banquete literario

Después de un menú tan explosivo el público se enfrentó a la visión sin disfraces, ni sesgos, ni máscaras en la ‘Historia mínima de Colombia’ del historiador Jorge Orlando Melo.

13 de septiembre de 2018 Por: Beatriz López

Terminó exitosamente el cuarto Festival Internacional de Literatura Oiga, Mire, Lea, que convocó a una ecléctica gama de la intelectualidad, pues incluía desde un ateo confeso, un sacerdote que defiende la ‘paz imperfecta’, un nihilista portugués, un filósofo que volteó al revés nuestra historia, una escritora que denuncia en forma encriptada la llegada del paramilitarismo al Valle y hasta el más seductor de los escritores colombianos, Juan Gabriel Vásquez, a quien entrevistó Diego Martínez y salió bien librado. Y, las cerezas del menú: Leila Guerreiro, de Argentina y Marta Sanz, de España.

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Alejandro Gaviria, cuya batalla contra el linfoma de Hodgkin fue similar a la emprendida como ministro de Salud, contra el poder devastador de los laboratorios gringos, la prohibición del glifosato y la defensa de la eutanasia, subió al pódium, ya sin su cabeza rapada y a manera de saludo dijo: “El servicio público es un triturador de personas”.

Frases contundentes como “El cáncer es como la vida, nos devuelve la esperanza de la vida”; “Casi todos estamos muriendo con un tubo en la garganta, pagando drogas tan costosas como el Nitoximan que les cuesta al Estado o a la familia millones de pesos”; “El poder de la palabra es más importante que hacer leyes en el Congreso”; “Las aspersiones con glifosato producen el linfoma Hodgkin”, señaló finalmente, mientras el actual Ministro de Defensa y el embajador Francisco Santos anunciaban la reiniciación del glifosato, “ahora con drones”, que contaminan, “pero poquito”.

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Entre las escritoras, me incliné por Paula Gómez, autora del ‘Naya’, por sus denuncias, así hayan sido escritas como ‘ficción’, de quienes financiaron los grupos paramilitares en el Valle y el daño ambiental con la siembra de pinos en el Naya por parte de empresas trasnacionales, cuya protección se pactó con dichos grupos. Me sorprendió el perfil de Mr. Barisiqui, que no es otro que monseñor Duarte Cancino, cuyo asesinato en Aguablanca conmovió al país y a quien uno de los protagonistas lo califica de “paramilitar con sotana”.

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Después de un menú tan explosivo el público se enfrentó a la visión sin disfraces, ni sesgos, ni máscaras en la ‘Historia mínima de Colombia’ del historiador Jorge Orlando Melo, quien afirma que este país no ha sido gobernado por una élite, sino por varias élites empresariales y terratenientes, que llegan a acuerdos fundamentales para protegerse entre ellas.

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El padre Francisco de Roux continúa moviendo montañas para sacar adelante la Justicia Transicional. Sostiene que la polarización actual no es más que el trauma de una sociedad quebrada por el dolor y el sufrimiento. Y, finalmente, el portugués Valter Hugo Mãe, que en su narrativa ‘El hijo de mil hombres’, saca de contexto paradigmas sobre el amor, la genética, el feminismo, las ideologías y el racismo. Dice que ama a sus protagonistas malévolos, perversos y depravados, porque se acercan más a lo humano, pero ratifica la existencia de una ética universal.

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P.D.: Felicitaciones al grupo gestor del Festival, que lidera Auralú Mera. La directora de la Biblioteca, María Fernanda Penilla y la periodista Catalina Villa, coordinadora literaria, fueron claves en la organización impecable de un evento que congregó multitudes y ha crecido como un gigante en solo cuatro años. Aplausos.