Se acerca la niña
Como afirma categórico Rodrigo Zamorano, la salida de los habitantes del jarillón...
Como afirma categórico Rodrigo Zamorano, la salida de los habitantes del jarillón no es negociable. Venimos con el cuento de sus riesgos desde hace varias décadas. Y todos los gobiernos municipales, con excepción de la administración Guerrero y la actual, habían jugado gambetas con el tema, prometiendo falsedades y tirándose la pelota.Mientras tanto familias enteras se asentaban. Al principio eran cambuches que se fueron convirtiendo en casas. Luego un marranito se transformó en una marranera de 800 animales; florecieron los negocios; se otorgaron títulos de propiedad ilegales, y fue creciendo la audiencia como en el poema de Zalamea.Al comienzo tímidas hormigas arrieras iniciaron sus túneles. Actualmente millones de millones tiene socavado el jarillón. Todas las aguas servidas y los deshechos humanos y orgánicos van directamente al río Cauca. Casi nueve mil familias tienen que salir de allí. Porque no pueden seguir poniendo en riesgo con artimañas y alcahueterías de abogaduchos serrucheros, a más de dos millones y medio de habitantes. Punto.La culpa no la tienen los que viven en esta franja que protege a Cali del río. La culpa no la tiene el río. La culpa la tienen los gobernantes que fueron autorizando y haciéndose los de la vista gorda a este asentamiento humano que fue adquiriendo dimensiones monstruosas e inmanejables.Llorar sobre este desastre no soluciona nada. Culpar tampoco. Es una realidad. Y si llega a romperse el jarillón, Cali, la tercera ciudad de Colombia, se acaba. La famosa explosión del siete de agosto se convertiría en una anécdota para contársela a los niños para que duerman tranquilos.Todos los caleños, de todas las condiciones sociales, económicas, creencias políticas y género tenemos la obligación de apoyar al alcalde Maurice Armitage en esta decisión. La Gobernación y el Departamento también tienen la obligación de ayudar a hacer algo, como lo tienen el Gobierno Central, con todo su gabinete, y el país.La sobrepoblación del jarillón se debe en gran parte al conflicto armado. Y al accionar de la guerrilla, del paramilitarismo y de las Fuerzas Armadas con los falsos positivos. O sea, todos tenemos velas en este entierro, de alguna forma u otra. Si Cali se inunda se acaba .Y si se acaba, se acaba el Valle y toda la mercancía que llega a Colombia desde el Pacífico.Una tragedia anunciada, requete anunciada, se avecina. Se acerca la Niña y con ella las crecidas súbitas de los ríos serán impredecibles, y arrasarán con todo lo que no está protegido.Ya París se vio con el agua al cuello. Y nadie los puede culpar de imprevisión. La naturaleza es impredecible y La Niña llegará imparable, golpeando un jarillón carcomido, socavado, frágil del cual dependen Cali, el Valle y Colombia entera.No hay disculpas. Se llegó el momento. Todos podemos ayudar. ¡Y Cali y el Valle lo hacen bien!***PD. Un poco desobligante y no muy de acorde a la realidad de la ciudad una columna anterior de mi amiga y colega María Elvira Bonilla. La invito a quedarse más tiempo en su ciudad natal para que se pueda llevar una visión más objetiva.