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Represión y miedo

Es la sensación que se tiene en el Ecuador. No solamente en...

26 de julio de 2011 Por: Aura Lucía Mera

Es la sensación que se tiene en el Ecuador. No solamente en Quito, sino en Guayaquil, Cayambe y otras ciudades. He hablado con muchos amigos, periodistas, campesinos. Se siente que la tenaza del presidente Correa va apretando cada vez más a sus conciudadanos. Empresarios, periodistas, campesinos, estudiantes, amas de casa, trabajadores se sienten engañados por igual. Nunca en la historia de este bellísimo país un presidente había sido elegido democráticamente con tan abrumadora mayoría. Todos querían un cambio. Todos estaban concientes de que muchas cosas deberían cambiar, para disminuir la brecha socio económica, para mejorar la educación rural, para vivienda, para oportunidades de empleo, etc... Todos estaban de acuerdo.En este instante todos, excepto los áulicos que conforman el gobierno, los empleados que reciben jugosos contratos y los que están ordeñando las arcas nacionales, se sienten engañados. Votaron por una democracia con intenciones de cambios equitativos y necesarios, y cayeron en manos de una dictadura fascista disfrazada de izquierda. Un mandatario cuyo temperamento violento y cuya ambición de poder no tiene límites. No acepta ningún contradictor y no le tiembla la mano para perseguir, amedrentar o liquidar cualquier empresa o medio de comunicación que ose interponerse a sus mandatos.Lo sucedido el jueves 21 de julio fue un acto demencial: Un juez recién nombrado, conocido en pueblos menores, se dio el lujo de ‘conocer’ un folio de más de mil páginas y en menos de 24 horas ‘escribir’ su veredicto de más de cien páginas, condenando al columnista de opinión Emilio Palacio y a tres directivos de El Universo, diario que cumple 90 años de fundado y siempre se ha caracterizado por su verticalidad de opinión y su independencia de pensamiento, a pagar US$30 millones al presidente Correa y a tres años de cárcel por publicar una columna titulada ‘No a la mentira’ en la cual Palacio pedía se aclarara la muerte, dentro de un hospital militar, de cinco civiles y un policía, cuando Correa busco refugio en las instalaciones clínicas durante la ‘encerrona’ que le hizo la Policía por no cumplirles promesas salariales, en septiembre del año pasado.Correa demando por “injuria y calumnia”. Y no sólo al columnista, sino al periódico y sus directivos. Cárcel y plata. Así como logró que el empresario y banquero Egas le pagara US$600 mil por una presunta negligencia del banco que dirigía y le quitó un canal de televisión. Con ese dinero compró un apartamento en Bruselas “para que sus hijos gocen de una buena educación”. Pero la meta de Correa no se detiene con esos acontecimientos. Su verdadera meta es apoderarse de los tres poderes, ejecutivo, legislativo y judicial. Además de amordazar la prensa y todos los medios de comunicación. Se afirma que el Estado ya tiene veinte, entre periodiquillos de pueblo, emisoras y canales televisivos.El que no está con él, está contra él. Y no ahorra, él sí, injurias, palabrotas, calificativos soeces, para dirigirse a sus oponentes. El analista político Mauricio Rodas logró sintetizar en un video todos los insultos que Correa ha proferido en sus años de gobierno. Es de terror.Ecuador siente miedo. Parece que ha perdido, curiosamente, su capacidad de reacción. Este país al que jamás le ha temblado la mano para derrocar dictadores y presidentes abusivos, ahora se siente frenado por temor a las represalias que puedan sufrir, no sólo a nivel de empresas, sino como personas naturales.Dios quiera que este escándalo contra la prensa escrita, sin precedentes en ningún país democrático, sirva de pivote para que los ciudadanos civiles, los políticos honestos, los dirigentes, los empresarios y el pueblo se unan, despierten de este engaño y reaccionen para detener a tiempo este despeñadero sin fondo en que está cayendo el país.Ya la prensa internacional, Derechos Humanos, instituciones democráticas a nivel internacional han demostrado su rechazo. Ahora falta que los ecuatorianos, unidos como una piña, le pongan freno al dictador.

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