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Puerto Tejada

Un éxito el Tercer Congreso Mundial de Afrodescendientes. Cali de nuevo una...

17 de septiembre de 2013 Por: Aura Lucía Mera

Un éxito el Tercer Congreso Mundial de Afrodescendientes. Cali de nuevo una sede internacional. Encuentro importante que nos muestra la fuerza de esa raza, traída en condiciones infrahumanas por los españoles a este continente. La única raza, irónicamente que sí tiene identidad en este país en que los demás no tenemos ni idea de dónde venimos y constituimos una mezcla indefinida de moros, judíos, celtas, vascos, indígenas. Exceptuando las etnias que no se han mezclado, somos una población con aires de señoritos y sin ninguna identidad comprobada. Saben, a mucho honor, que vienen de África, aunque no se sepa bien de qué país. Nosotros no tenemos ni idea del verdadero origen y la mayoría de las veces tampoco sabemos hacia dónde vamos. Mescolanza arrogante y feudalista, apoyada solo en el poder y el dinero, arrodillada ante el ‘extranjero’ sin mirarnos ante un espejo de cuerpo entero.Escuché una intervención de Gustavo Alberto Hincapié Palomeque, alcalde de Puerto Tejada. Sus palabras bien enfocadas. Su figura prestante. Lo traigo a colación porque he visitado Puerto Tejada en varias ocasiones últimamente. Veo que contrasta su grandilocuencia ante los participantes del Tercer Congreso, con la realidad que se vive en su ciudad. Sucede con frecuencia. Las palabras no son coherentes con las acciones.Puerto Tejada. Una historia alucinante. El único municipio que no se ‘crea’ normalmente, sino que nace del fruto de la rebelión de sus habitantes, en su mayoría negros cimarrones y palenqueros que asentaron para el trabajo sucio y duro de esa región, fértil en cacao, café, yuca, maíz, que servía de despensa para los ‘señoritos’ de Popayán, dueños de los latifundios. Su nacimiento es el parto de la rebeldía en busca de la libertad. Asustados los políticos del Cauca, porque esos esclavos se habían salido de madre, la fundaron para “meterlos en orden”. Así estos descendientes del África se asentaron en esa tierra circundada por los ríos Palo, Paila y Guengue.Ante la atónita mirada de los latifundistas, surgen como ciudadanos de su propio entorno. Sus habitantes actuales son los nietos y biznietos de esos negros valerosos y rebeldes que lucharon por su libertad. Puerto Tejada, enclavada en un sitio privilegiado entre Cali, Jamundí, Candelaria, Santander de Quilichao... Tierra ardiente, bajo la cota del nivel del mar. Ya debe estar en 60 mil habitantes.Por todo esto, es inexplicable que la Casa Hogar Dulce Compañía, creada por un grupo de mujeres universitarias para dar albergue y cuidados a ancianos en el final de su caminar, y educación y protección a niños pequeños mientras sus madres, cabezas de hogar, trabajan en labores domésticas en Cali, no tenga ninguna ayuda, ni del Gobierno Departamental ni Municipal. Gracias a su directora, esa descendiente de negros luchadores y valientes, Daniza Viveros Guaza, pueden las mamás trabajar durante el día. En el segundo piso de la Casa Hogar, sus pequeños están bien cuidados. Aprendiendo, jugando, riendo alegres y confiados. Gracias a Daniza, en el primer piso, 15 camas impecables están listas para atender a los que finalizan su caminar por la vida. Sobreviven gracias al tezón de Daniza que toca los corazones. Vidas que empiezan, vidas que terminan. Unidas por el amor.Puerto Tejada merece apoyo. Merece la atención prioritaria de los gobernantes del Cauca. Apoyo de las empresas asentadas en ese municipio. Una ciudad pujante, pero hervidero de jóvenes desempleados, sin futuro, cuyo único horizonte parece ser el de tomar el rumbo equivocado.Invito al alcalde Gustavo Alberto Hincapié que se comprometa con la Fundación y con el futuro de sus jóvenes. Que sus próximas palabras sean reflejo de su trabajo. La labor empieza en casa. Sus hermanos de raza y de ciudad están abandonados. Tiene un gran reto, y también una gran oportunidad. De resto los congresos se quedan simplemente en recuerdos y fotos. Los negros en Colombia tienen que unirse y reconocerse para poder romper esos círculos atávicos y llegar donde se merecen. Lo demás es bla bla bla.

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