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Libros y paz

Leo con interés el artículo de Semana sobre las lecturas preferidas de...

19 de enero de 2016 Por: Aura Lucía Mera

Leo con interés el artículo de Semana sobre las lecturas preferidas de los negociadores de la paz en La Habana. Me lleno de esperanza. Tanto delegados del Gobierno como de las Farc han sido y son buenos lectores, y no sólo de libros o artículos relacionados con sus principios o ideologías, sino de autores universales.Hawking. Le Carre, Borges, Kafka, Joyce, Vargas Llosa, Camus, John Lee Anderson, Churchill, Sandor Marai, Uribe Uribe, Pedro Claver, Héctor Abad, Cortázar, por supuesto García Márquez y el cubano Padura con ‘El hombre que amaba los perros’ sobre Trosky y su asesino Ramón Mercader.Me lleno de esperanza, porque en un país visceral, poco lector, en que las emociones, la inmediatez, la superficialidad en los temas en que se opina con fiereza y polarización, en la carencia de investigación y en la frivolidad como se analizan las noticias, saber que en la Isla Mágica, o Maldita (cada cual la ve como quiera), están dialogando seres cultos y no una manada de asesinos irredentos y de politiqueros untados de mermelada como muchos los tildan, quiere decir que se está pisando en cimientos sólidos, intelectualmente hablando.Estamos acostumbrados a ser reactivos. Nos dejamos llevar por el impulso, las emociones, los comentarios de noticieros amañados que nos cuentan los hechos a su manera, compramos miedo y ponemos rótulos sin detenernos jamás en conocer el otro lado de la moneda. Nos importa un comino saber qué piensa el otro. No escuchamos y menos, mucho menos, damos nuestro brazo a torcer.Para unos, los guerrilleros no merecen perdón de Dios. Se estremecen de sólo pensar en un acuerdo de paz. Para otros, los paramilitares fueron ‘los buenos’ y justifican sus atrocidades porque “luchaban contra los malos”. Una inmensa mayoría asegura que “Santos es un vendido” y que “Uribe es el mesías”, sin defender sus creencias con un mínimo de investigación o de materia gris, en muchos casos inexistente. En ambos polos existe un común denominador: la sangre del pueblo colombiano, que es la derramada por todos los bandos, no importa.Ojalá cambiemos nuestro manera de pensar y calificar o descalificar, para poder cambiar nuestra forma de sentir y ver el espectro amplio y polifacético que abarcan estos diálogos. Nos estamos jugando nuestro presente y el futuro de los que nos siguen.Sugiero a los negociadores de ambos lados, a los que estamos en el continente, especulando, rotulando y calificando, leer a Claudia Palacios en ‘Perdonar lo imperdonable’. Insisto en este libro, aunque me vuelva repetitiva. Afortunadamente está agotado en casi todas las librerías. Esto significa que su mensaje se está multiplicando.Confío en los seres que leen. Desconfío de los que están llenos de objetos pero en sus casas los libros son decoración.***PD. Felicito de nuevo a Beatriz Otero, exdirectora de la Biblioteca Departamental. Su labor fue magnifica. Siento que la hayan removido del cargo. Deseo que su sucesora continúe la misma dinámica imparable. Me emociona saber que la Asamblea ya decretó que la Manzana del Saber llevara el nombre oficial de Rodrigo Lloreda Caicedo. Merecido homenaje en su decimosexto aniversario.

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