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Irrepetible

Miro álbumes viejos y no tan viejos. Cada foto me trae un...

17 de febrero de 2015 Por: Aura Lucía Mera

Miro álbumes viejos y no tan viejos. Cada foto me trae un recuerdo, siento lo mismo que estaba sintiendo en esos momentos. Puedo oler el ambiente que se respiraba. Vivo de nuevo ese pasado que se convierte en presente. Caigo en cuenta que el tiempo, como tal, no existe. Somos simplemente una sucesión de instantes, un eterno presente.Si el álbum me lleva a esa foto en la que el abuelo Carlos me cargaba, y yo tenía tres años, siento su olor y el calor de sus manos cuando puso en las mías, regordetas y pequeñas, una moneda. Sigue presente. Jamás lo volví a ver. Murió poco después. Pero sigue vivo.Paso a una en que estoy, preadolescente, con mi mamá y mis dos hermanas. En ‘breeches’, antes de una cabalgata. Vuelvo a experimentar la rabia. Acababa de pelear con mi hermana mayor y me habían obligado a posar. La camisa era café, como la de los vaqueros de las películas. O el beso apasionado con Domingo en el Parador de Toledo. Un calor asfixiante, el vestido rojo y los zapatos de tacón que me apretaban los juanetes. Un beso largo como un túnel que todavía existe.Repaso, amiguita, las fotos del IPad. La primera vez que te encontré en la clínica, con tu batola roja, la ‘Sanantonina’ mexicana, ibas a iniciar una serie de exámenes. Luego en el ‘brunch’ de Navidad. Llegaste con una ‘sanantonina’ blanca con flores y un turbante bellísimo. Parecías una reina. Te gozaste la fiesta rodeada de hijos y nietos. La última que guardo es ya en la clínica, muy débil, pero fuerte y altiva como siempre, rodeada de algunas de tus amigotas, ejército leal y solidario en todos tus momentos.Este martes por la tarde nos reuniremos en Santa Teresita para despedirnos en medio de los coros. Ya el domingo nos dejaste, amiguita - hermana. Pero esas fotos, esos álbumes que nos regresan al presente estarán siempre allí, para volver a sentirte. Las carcajadas en el hotel de Santiago, las caminatas por la playa, los almuerzos, el pecan-pie, tus recetas compartidas, ¡tantas cosas!Si la amistad es la forma más delicada del amor, tú supiste amar como nadie. Nos escuchabas, nos regañabas o te contradecíamos. Siempre fuerte y categórica, pero eternamente presente. Jamás nos compartiste tus tristezas, ni temores, ni heridas que te habían rasgado el alma. Fuiste íntima con tu propia vida. Pero siempre abierta para escucharnos. Confrontativa, lograbas que miráramos nuestro interior sin disfraces. Honesta y leal en la amistad. Irrepetible. Rompiste el molde, muchos moldes y nos regalaste tu amistad.Por eso ese ejército incondicional que te rodeaba a diario en tus últimos meses, llevándote manjares, acariciando tus manos, sin dejarte sola jamás.La única forma de agradecerte y corresponder un poco a esa entrega tuya a todas y cada una. Que quedamos huérfanas, sí. No queríamos que te fueras tan pronto. Eso no estaba en nuestra agenda. Las amigas de verdad no se pueden morir. Y de hecho, jamás te morirás para los que tuvimos el privilegio de estar cerca de ti, entre risas, reflexiones, peleas y compartires.Aidamer. Esta tarde abrazaremos a Patricia, Ximena, Mauricio, Fernando y a tus hijos. Esos hijos y nietos que adoraste, con tu peculiar manera de querer. Ya estás fundida con el cosmos. ¡Sigue acompañándonos, que todavía tenemos muchas cosas que contarte y compartir!Cada ocasión en la que nos vistamos con una ‘Sanantonina’ te estaremos rindiendo un homenaje. Esta tarde será un hasta luego, ¡porque no te vamos a decir adiós jamás!Somos un instante en el cosmos; la vida continúa; venimos de esa cadena de millones de años. Pronto no estaremos, pero la cadena continuará. Sí, somos un instante. ¡Un eterno presente en la eternidad!

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