¡Inaceptable!

Eso dijo el Alcalde de Nueva York sobre el apagón que dejó el oeste de Manhattan en tinieblas el sábado pasado. Más de setenta mil personas de un momento a otro se vieron atrapadas en los ascensores, el metro, los teatros, los cines o las habitaciones de los hoteles. En mi caso particular, me encontraba en el piso dieciocho cuando sentí que el aire acondicionado se silenciaba y la luz de la lámpara desaparecía. Me comuniqué con mis nietos que estaban en el piso once y quedamos de encontrarnos en la calle.

Las caras de desconcierto e interrogación eran el común denominador. Creo que el fantasma siempre presente de aquel terrorífico 11 de septiembre jamás ha desaparecido. Claxones y sirenas de policías, cuerpos de bomberos y ambulancias, caos vehicular, almacenes y restaurantes cerrados, mientras la oscuridad de la noche caía lenta e inexorablemente sobre el west de Manhattan, precisamente la zona más concurrida, donde se encuentran los teatros, los cines, los espectáculos.
Inaceptable. Se sabe qué pasó, pero todavía no se sabe por qué pasó. Se niega que sean manos terroristas, pero la verdad es que todavía no se ha producido un comunicado oficial. ¿Por qué se incendió de repente la planta eléctrica? Misterio.

Inaceptable. Ya pasamos a otro tema, el veto, censura, bloqueo y prohibición de colaboración de la embajadora en Grecia, Gloria Isabel Ramírez, para que los escritores Santiago Gamboa, Juan Gabriel Vázquez, Héctor Abad Faciolince, William Ospina, entre otros, no pudieran asistir. Porque se supone que estos escritores no pertenecen al riñón literario del gobierno Duque y su economía naranja, y sus funcionarios son del riñón derecho, inculto y fundamentalista del mismo. Inaceptable, Punto. Esto se llama censura aquí y en Cafarnaúm. La embajadora es íntima de Duque y como recompensa recibió tal honor, esto de por sí ya es aberrante, pero que se atreva a censurar la participación de nuestros mejores escritores ya es ¡inaceptable!

Inaceptable que se sigan asesinando líderes sociales, se alcahueteen falsos positivos, explote como una bomba podrida la corrupción en el Ejército y la Fiscalía y no pase nada. Inaceptable que la vía al Llano siga atascada y no se investiguen a fondo los verdaderos responsables, que todos sabemos quiénes son pero no podemos decir porque… porque no se puede.

Inaceptable que el Ministro de Defensa siga dando tumbos y más tumbos, metiendo la pata y siga tan campante. Inaceptable que la llegada a Colombia de ‘Uribito’ hubiera sido silenciosa, protegida, como si se tratara de una mascota herida que necesita cariño y cuidados, mientras las cárceles del país siguen hacinadas y repletas de seres humanos que están condenados de por vida a ese infierno, simplemente por no tener dinero ni abogados, ni padrinos políticos.

Inaceptable que los violadores no merezcan pena perpetua, que Los Nule ya casi salgan, que a Mattos lo traten con cucharita de plata, que la corrupción siga tan campante y a nadie le importe.

Inaceptable que Colombia siga girando en su noria de polarización, corrupción, componendas al ritmo de un gobernante inepto y peligroso, porque simplemente es el ventrílocuo del caudillo vengativo y oscuro.

Desde acá, durante el apagón y mientras bajaba como podía dieciocho pisos por una escalera de emergencia estrecha y terrorífica, pensaba que mientras en Manhattan la luz la restauran en algún momento y sí fue la marcha, en Colombia llevamos más de medio siglo de tinieblas y la luz a la salida de este túnel ideológico no se divisa en el horizonte.

Mientras tanto me dirijo a subir al último piso de Freedom One, la torre de cristal erigida en memoria de las víctimas de las Torres Gemelas aquel 11 de septiembre fatídico. Simplemente subiré a mirar el horizonte y el atardecer.