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Fray Luis Patiño

No he sido jamás ‘curera’. Me producen algo en el ombligo que...

26 de abril de 2011 Por: Aura Lucía Mera

No he sido jamás ‘curera’. Me producen algo en el ombligo que no puedo detectar muy bien. Tal vez en la infancia el terror de ver estos hombres vestidos de túnicas negras, andares raros, palabras condenatorias y esas interminables misas en latín, viéndolos de espalda, disfrazados de ropajes dorados y sombreros en punta, más el olor a incienso que me mareaba y me hacía alucinar cuando miraba los vitrales, y los santos se salían de sus cristales de colores para señalarme con el dedo o mirarme con ojos llenos de ira y reprobación… no sé… pero es un hecho.Tengo cuatro o cinco amigos sacerdotes con los que me identifico, y los considero amigos de verdad. Incluyo entre ellos a Octavio Lara, Luis Javier Uribe y el ya fallecido Celestino Redín. Hombres de carne y hueso, inteligentes, divertidos, sin dogmas ni palabrerías huecas. Por lo demás, sigo guardando mis distancias. Me aterra haber sido testigo de ver fetos en los caños del entonces barrio súper marginado de Unión de Vivienda Popular, porque “tirar el recién nacido al caño era un solo pecado mortal y tomarse la píldora significaba la condenación eterna”. No borro de la mente los sermones condenatorios en esos púlpitos, cuando en Semana Santa nos gritaban que “las almas de los infieles caen al infierno como las hojas de los árboles en el otoño”… “Cómo sin el arrepentimiento total no hay salvación posible, y cómo cualquier deseo carnal era merecedor de las llamas eternas”.Por eso me conmovió hasta las lágrimas el artículo de Fray Luis Patiño el miércoles 20 de abril, refiriéndose a la Semana Santa, contándonos cómo Jesús, en el que yo creo y quiero, no vino al mundo para formar una nueva religión, sino para explicarnos cuál es el camino hacia la verdadera alegría y felicidad. Hablándonos de justicia, libertad y amor. Oponiéndose a los poderosos, dirigiéndose al pueblo sencillo. Predicando los parámetros de una sociedad responsable e igualitaria, desautorizando a los que en nombre de Dios imponían al pueblo una religión y una moral inhumana y opresora. Siendo entonces declarado subversivo y condenado al suplicio más doloroso y humillante: la muerte en la cruz.Recordándonos Fray Luis Patiño, que mientras Jesús entraba montado en un burro a Jerusalén, los Papas en Domingo de Ramos se pasean vestidos de oropeles por el Vaticano en limusinas… Y añado yo, que mientras Jesús vestía túnicas burdas, sus sucesores, o los que pretenden serlo, se cubren de armiño, sedas y anillos.Gracias Fray Luis. Me afirma en el convencimiento de que lo importante es el mensaje de Jesús y no las desviaciones de una Iglesia, fabricada en su nombre, pero desviada totalmente de sus doctrinas. Gracias por ese artículo que nos llega al alma a muchos hombres y mujeres como yo, que fuimos castigadas por curas chocolateros y alejadas de la Iglesia, pero seguimos y tratamos día a día, de obrar según las enseñanzas sabias y llenas de amor de Jesús. Ojalá en el mundo existieran más sacerdotes como usted. Este planeta marcharía mejor.P.D. Si Jesús hubiera vivido en la Colombia actual, estoy segura hubiera sido tildado de terrorista y condenado por el twitter del ex presidente Uribe. Y a su turno, Jesús hubiera sacado a látigo limpio a los ministros y gobernantes de los ocho años de caudillismo en que vivimos… Lástima que no se dio…

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