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El rábano por las hojas

Me meto en los zapatos de la señora que salía de su...

2 de agosto de 2016 Por: Aura Lucía Mera

Me meto en los zapatos de la señora que salía de su gimnasio después de haber oxigenado cuerpo y mente, tonificado músculos y sudar estrés. Cali amanecía con un cielo despejado y el día prometía ser tranquilo y sin sobresaltos. Prende el carro y se dispone a regresar a su casa, un buen duchazo, hidratante para la piel, a lo mejor una ensalada de frutas.De repente, una especie de saltimbanqui aparece de la nada y se acerca a la ventanilla con un arma, palabras soeces y exigiendo “el celular o la vida”. Se lo arranca de las manos y sale disparado en la moto. Ella acelera, quiere recuperar su móvil y así impedir que el ladrón se salga con la suya. Pierde el control del auto y termina incrustada en un poste, atropellando otra moto con tan mala suerte que su conductor pierde la vida.La mal llamada justicia y los medios en su afán sensacionalista se rasgan las vestiduras y sindican a la víctima del atraco de “tomar justicia por su propia mano” y hasta sugieren que es una homicida. Pero los jueces y las autoridades “competentes” también la acorralan con señalamientos y jerga jurídica.Las opiniones se dividen. Las emisoras hacen su agosto.Pienso como actuaría yo en una situación similar. Creo que reaccionaría como la señora víctima del robo a mano armada. Lo perseguiría y trataría de recuperar lo robado. No dejar pasar impunemente, como generalmente se hace, cuando algún desajustado nos amenaza o intimida.Esto no quiere decir, ni mucho menos, que estemos “tomándonos la justicia por propias manos”. Esto quiere decir que estamos mamados de que nadie reaccione, que nadie ayude, que nadie vea, que nadie acuda a defender a nadie. Esto no quiere decir que somos asesinas en potencia. Que queremos linchar y estrangular al que se nos ponga por delante.Desafortunadamente hubo un muerto. Todavía no se sabe si era cómplice o no. Fue víctima de un accidente. Punto. Triste. Cada vida es irrepetible y única. Estas cosas no deberían suceder.Pero suceden. Y generalmente se tiende a agarrar el rábano por las hojas. Ahora es la disputa sobre si la señora, que simplemente reacciono porque la amenazaron y la robaron, es sindicada de homicidio doloso o culposo, o si será sentenciada por no haber esperado a que una autoridad competente “conociera” del asunto, investigara y diera su veredicto.Pienso en ella. Pienso en tantos ciudadanos que salen de sus casas al trabajo, a llevar a sus hijos al colegio, a llevar la ropa a lavar o a hacer mercado y de pronto, en un segundo, ven sus vidas truncadas o convertidas en un calvario interminable. El delito, el atraco, el temor no pueden seguir siendo el pan nuestro de cada día. Si. La pienso y la compadezco. Su vida cambió en segundos. Ella no se lo buscó. Y la pienso cuando muchas veces me recorro la ciudad de norte a sur y de oriente a occidente y no me encuentro un policía ni en foto. Tal vez estén en ese momento en algún otro lugar. No sé. Algo hay que hacer y pronto. No más diagnósticos. ¡Acción!PD: ¿Al fin qué van a hacer con el HUV? ¿Más dilaciones? ¿Dejarán los tumores enquistados y las bacterias intocables? ¿Seguiremos en las mismas y con los mismos? ¡Simple curiosidad!

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