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Cali retoma la antorcha

Recuerdo esos años en la Unidad de Acción Vallecaucana, trabajando frenéticamente para...

19 de marzo de 2013 Por: Aura Lucía Mera

Recuerdo esos años en la Unidad de Acción Vallecaucana, trabajando frenéticamente para que Cali estuviera a la altura de los Juegos Panamericanos. Desde esa noche en Winnipeg, cuando fue escogida como sede del encuentro deportivo, se destapó incontenible el entusiasmo de convertir a Cali en una anfitriona de lujo para atender deportistas, periodistas, turistas. Un compromiso serio. Un reto. Un desafío.Bajo la batuta Alfonso Bonilla Aragón el equipo inició labores. La ciudad tenía que estar lista para julio de 1971. Diversos comités iniciaron labores: la Unidad Deportiva Alberto Galindo, el Hotel Intercontinental, el Aeropuerto de Palmaseca (ahora lleva el nombre de Bonilla Aragón), las residencias universitarias para alojar los deportistas, las vías de acceso, las fuentes ornamentales, las salas de prensa, la educación cívica de los diferentes gremios, la organización de los alimentos. Cali se sumergió en este torbellino de ideas y desafíos, se unió como una piña, dejó por algunos años las rencillas internas, la politiquería freno su ritmo y unidos, sí, unidos lo logramos. Cali siempre será recordada como una antes y otra después de esos Panamericanos que le dieron el empuje para el revolcón hacia el civismo y el progreso. Cali durante muchos años fue considerada no solo la Capital Deportiva de Colombia sino la Capital Cívica. Ya después vino la oscura desbandada durante más de doce años y sabemos lo que ocurrió.En esos años se impartieron cursos de geografía, literatura, civismo, historia, gastronomía a los gremios generalmente más olvidados. Taxistas, conductores de buses, vendedores ambulantes, meseros, policías, lideres comunales, emboladores. Al finalizar cada curso, en colaboración con el Sena, Incolda, Univalle, estos hombres y mujeres, cientos de ellos, recibían su diploma y su acreditación como anfitriones de la ciudad. Un personaje creado por Pedro Chang, que se llamó Víctor Panamericano, apareció en las cartillas de tránsito, en los basureros, en los comerciales, en los jingles de radio. Fue el símbolo de la unión, el orden, el entusiasmo y el civismo. Se incrustó en el inconsciente colectivo y los caleños nos empezamos a ordenar, a respetar las filas, a enlucir las fachadas, a conocer nuestra historia, a sentirnos orgullosos de ser caleños...Alfonso Bonilla Aragón, Jorge Herrera Barona, Nicolás Ramos Gómez, Eduardo Lozano Henao, Jaime Aparicio, Alfonso Ocampo Londoño, Maritza Uribe de Urdinola, Gloria Delgado, Teresa de Viscaya, Lucía de Bosi, Isabel Mallarino de Rivas, Alfonso Zamorano, Beatriz de Aparicio, Rosa Arboleda, para no nombrar sino a algunos, fueron los motores desbordados de energía y creatividad para alcanzar la meta. Años de constante ebullición, en que Cali se sacudió, miró hacia adelante y logró convertir ese sueño en realidad.Veo que ahora con el alcalde Guerrero a la cabeza y el director de la Unidad de Acción Vallecaucana, Nicolás Orejuela Botero, que retoma su liderazgo después de muchos años grises, se lanza de nuevo a agarrar con pasión la antorcha del civismo, de revivir el amor por la ciudad, de embellecerla, de capacitar gremios, de repuntar de nuevo en su liderazgo deportivo, cívico y cultural. Nos volvemos a unir en torno a arropar nuestra ciudad, cuidarla, sentirla, limpiarla y cultivarla... De nuevo el deporte es el detonador. Ahora o nunca. Me emocioné el domingo en la tarde entrando a la ciudad de norte a sur, verla casi toda pintada de blanco, las calles limpias, los monumentos relucientes. Sigamos con estas jornadas cívicas. En ello radica recuperar de nuevo nuestro sentido de pertenencia. No perdamos esta oportunidad. Solamente podemos amar lo que conocemos y cuidamos. ¡Nos llegó el momento!

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