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Awas etnia invencible

Amanecer en Tumaco. Un sol transparente y liviano. El camino nos llevaría...

1 de julio de 2014 Por: Aura Lucía Mera

Amanecer en Tumaco. Un sol transparente y liviano. El camino nos llevaría hasta El Diviso. Territorio Awa. Expectativa de conocer esta etnia milenaria que hasta la década de los setenta sintió que “la selva era el mejor lugar para vivir”. Sus orígenes inciertos y remotos. Habitaban lo profundo de esa selva tropical inexpugnable y misteriosa. Sus vidas transcurrían en paz, sus antepasados usaban narigueras, mascaban hojas de coca y no tenían ningún contacto con “el mundo de afuera”.Respetaban la naturaleza, convivían, pescaban, cultivaban el maíz, la yuca, el plátano, cazaban armadillos, guantas, monos. Se pasaban las leyendas mágicas de sus ancestros. Sus reuniones eran alrededor del fogón. Nada presagiaba los años de terror y muerte, desarraigo y violencia que estaban por padecer hasta casi extinguirse.La carretera nos lleva por la sabana Tumaqueña, fértil, verde, bella, enmarcada entre ríos y el mar y va subiendo el piedemonte. Pasamos La Carbonera, Agua Clara, Buchelli, Cajapi, Guatal, Llorente, La guayacana hasta arribar a El Diviso, sede de la Institución Educativa Técnica Agroambiental Bilingüe Awa-ietaba, ya en el municipio de Barbacoas.Nada indica que estas veredas han sido testigos de masacres, violaciones, prostitución, mutilaciones, amenazas, y que sus pobladores han sido las víctimas inocentes de enfrentamientos entre guerrilleros, paramilitares, ejército, narcotraficantes, bandas criminales, entre ellos la etnia Awa, obligada a desplazarse, siempre cercada y acorralada entre estos grupos que sucesivamente se apoderaban de sus tierras abrían caminos y trochas profanando sus orígenes, devastando todo lo que encontraban. Carne de cañón de todos.Hasta el punto de que al fin se prendieron las alarmas internacionales que denunciaron la extinción de esta raza, de sus costumbres, de su historia, mientras los colombianos permanecíamos indiferentes. Sobra decir que la famosa desmovilización de los Paras fue una farsa y que en los dos gobiernos de Uribe se duplicaron los exterminios de los Awas.Afirman los historiadores que entre el 2003 y 2008 “la selva se convirtió en un infierno”. Narco cultivos glifosato, bombas, minas, ranchos quemados, desolación, desplazamiento, reclutamientos forzosos. Más de cinco mil Awas habían abandonado su territorio. Más de trecientos habían sido asesinados o mutilados.La Institución nos recibe con cariño. Un Awa es el guardían portero. Cientos de niños, desde preescolar hasta bachilleres y adultos reciben formación. Niños y niñas impecablemente uniformados nos sonríen con confianza .Se inician los talleres con profesores y estudiantes. Ellos mismos nos cuentan con dibujos y papelógrafos sus preocupaciones y alegrías. Aman sus hogares, su idioma, sus costumbres, sus tradiciones. Ven el riesgo que tienen con las fumigaciones, la minería, la contaminación de sus ríos, el narcotráfico. También el consumo de licor el acoso sexual los embarazos prematuros las enfermedades de transmisión sexual, el maltrato infantil. El uso indebido del internet y la televisión.Los Awas sobrevivieron el etnocidio. Su unión y sus tradiciones han triunfado sobre el caos, la violencia y la muerte. Cientos de niños siguen conservando la pureza de su raza, el amor por la naturaleza, complementado con conocimientos técnicos y profesionales.Regresamos con el alma emocionada y llena de respeto por esta etnia milenaria que se resistió a desaparecer. Un sol naranja se escondía detrás del mar cuando regresamos a Tumaco, que también se levanta como el Ave Fenix... Se siente que se puede convivir en paz.

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