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Anita la reina

Llanto y ternura. Tristeza y agradecimiento. Rabia y dolor al despedir para...

10 de septiembre de 2013 Por: Aura Lucía Mera

Llanto y ternura. Tristeza y agradecimiento. Rabia y dolor al despedir para siempre a Ana Delia Zuñiga, esa negra de Puerto Tejada que fue parte de mi familia por 40 años, que nos vio crecer, casarnos, parir, separarnos, criar hijos y luego nietos, despedir a los que la antecedieron. Mamama, Pío el papá, la hermana, Tato el conductor.Esa mujer de sonrisa permanente, caderas generosas, manos mágicas, cuya sazón convertía cualquier alimento en manjar exquisito, esa mujer que controlaba una turba caprichosa con los sabores. “Para mí huevo con arroz”, “yo me pido los chicharrones”. “Odio la lengua”, “tengo hambre”. “La carne quedó tiesa, hágame otra”. “Me pido lo que sobró de los ravioles”. Ese comedor inmenso con el patriarca en la cabecera siempre lleno de comensales, donde las carcajadas se mezclaban con los fríjoles sabatinos o las empanadas de los martes o los ravioles del viernes. Esas navidades en que Anita se dedicaba una semana antes a conseguir ingredientes para natilla, buñuelos, torta de pastores, desamargado. La Mamama iniciando el ritual de la nochebuena con un pavo gigante, ensaladas, salsas, postres, todos bordados por las manos de Anita, la reina. Las fotos con ella, los aplausos, en fin.Los años la habían enflaquecido. Sin embargo su piel se mantenía tersa. Al cerrar Casablanca, Anita pudo disfrutar su casa solariega, sus hijos, sus nietos. Siguió siendo parte de nuestra familia nuclear. Jamás perdimos contacto. Llamadas y visitas.La semana pasada ingresó a Betania. Débil, con una neumonía. Luz Mary fue a visitarla y llegó llorando a casa. La alimentaban por vía intravenosa, no podía respirar. Mi hermana y yo fuimos dos días después. Nadie sabía quién era Ana Zuñiga. Le habían dado de alta y nadie la recordaba. Pedí explicaciones y el director me fotocopió la historia clínica. “Estable”, fueron sus palabras. No sabían más. Médicos y auxiliares sin corazón, para ellos un ‘caso’ más, escépticos y amnésicos.Corrí a Puerto Tejada. En la Fundación Casa Hogar Dulce Compañía, dirigida por una negra linda y altiva, encontramos a Anita. Recostada de medio lado. El aire tenía que conseguirlo a la fuerza. Le acaricié la cabeza ya blanca. Le recordé Casablanca, los buñuelos, Pío, la Mamama. Le conté historias. Sus dedos frágiles. Sus manos casi inmóviles, la magia había partido. Abrió sus ojos castaños y se quedó mirándome, frunció el ceño, pareció recordar. Volví a acariciarla y le di un beso.Fernanda, la auxiliar, y Daniza Viveros Guaza, la directora, no entendían por qué le habían ‘dado de alta’. Además con escaras. No la podían sentar. Una lista de drogas, acompañaba la orden de Betania. En esa hoja impersonal, estaban resumidas las historias de lo ancianos frágiles, que pertenecen a ‘la otra orilla’. En otro artículo me referiré a la Fundación Dulce Compañía, que sí sabe dar amor, calor humano, cuidados, que funciona desde 1999 sin apoyo estatal. Puerto Tejada, ese Puerto africano al borde del Cauca, lleno de energía y tan abandonado de sus gobernantes.Un día después falleció Ana, la Negra grande de la cocina colombiana. La que durante toda su vida derrochó amor y alegría. La reina de Casablanca y de su familia. Emocionante ver dos buses repletos de amistades y familiares que la acompañaron hasta su último destino. Sonrisas, lágrimas, abrazos. Ella nos seguirá preparando platos con estrellas y polvo de galaxias.Pido por favor, no se les ocurra enviarme a Betania jamás. Me dejan partir en mi casa, rodeada de amor. No quiero dictámenes escépticos. No quiero médicos sin alma a mi alrededor. Anita, nos veremos algún día con buñuelos de nubes acarameladas. Felicitaciones Daniza Viveros por todo el amor.PD. ¿En qué lugar de las batas blancas escondieron el corazón ciertos profesionales llenos de títulos, que no saben que detrás de la ‘historia’ existe una persona, única, que merece calor humano? Si en vez de Ana, la anciana negra de El Puerto, hubiera sido una dama de estrato 8 y millones en su haber, ¿la habrían dado de alta a los dos días? No sé.

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