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¡Algo ha cambiado!

“El primer deber de una señora de casa es el de distribuir...

15 de abril de 2014 Por: Aura Lucía Mera

“El primer deber de una señora de casa es el de distribuir bien su tiempo y por lo tanto debe principiar por levantarse temprano: el orden y el trabajo del día dependen del buen empleo de la mañana.Su primer cuidado será visitar la cocina, para darse cuenta de lo que haya quedado del día anterior y enseguida empezar a pensar y preparar el almuerzo.Encargamos a todas las dueñas de casa peinarse temprano, los cuidados de la casa llenan los cabellos de polvo y nada hay más feo para un hombre que un cabello en desorden. Para las ocupaciones en la mañana es conveniente cubrirse con una pañoleta o cofia, vestirse sencillamente y tan pronto como se hayan desocupado terminar su compostura, pues ella inspira a todos los de la casa...La casa y sus oficios son exclusivamente del dominio de la mujer, ese es su reino. Es oficio delicado y difícil la sabia distribución del dinero sin despilfarro, lo mismo dominar los trabajos de aguja. La acción de una madre no debe estar concentrada sino en los trabajos de la casa, la cocina y los trabajos manuales. Ella se debe a si misma, a su marido y a sus hijos, amigos y sirvientes, el gusto por la lectura le puede dar de vez en cuando descanso al cuerpo y adorno al espíritu... debe dedicarse especialmente a su marido dándole tranquilidad dulzura y agradándole en todo.Srta. Elisa Hernández. Editores Felix de Bedout e hijos 1923... novena edicion 1950 @libreria. Jorge Eliecer Gaitán Bogotá”.Su primera edición salió en los tiempos de la abuela Lucía, quien creo cumplió a cabalidad, desde su casa de Palmira y su Hacienda Santa Rosa, todas las recomendaciones al pie de la letra... nueve hijos, matrona ya a los cuarenta años.Cuando la novena edición llegó a manos de Mamama, los tiempos habían cambiado un poco. Las mujeres montaban a caballo, así fueran condenadas desde los púlpitos, jugaban bridge y nadaban en las piscinas. Lo que no se mencionaba era que pudieran estudiar, manejar chequera o disponer de sus bienes. Jamás se hablaba de sexo ni de dinero en el comedor. El matrimonio, hasta que la muerte...Mi generación empezó a ir a la universidad, a fumar, a meterse un cachito al escondido y a moverse al ritmo del Rock... pero la virginidad era una obligación tacita de la cual tampoco se hablaba. Las que “lo habían dado” eran miradas de reojo, muchas no podían formar parte del grupo ‘sano’ y a otras las expulsaban del colegio. Logramos quitarnos ‘el De’ de la cédula al casarnos. Rompimos esquemas y muchas nos separamos “antes de que la muerte...”.Recuerdo de adolescente que no nos era permitido entrar a la cocina, eso era reino de las cocineras, dirigidas por la señora de casa. Existían libros ‘buenos y malos’. Los malos eran Freud, Tolstoy, Gide, Sartre y Simone... Miller y Nabokov ni hablar. Y había que ojearlos debajo de las sábanas con linterna atentas a cualquier ruido que delatara la cercanía paterna. Se comulgaba a diario y si se cometía pecado, pues a la paila eterna.La generación de mis hijas dieron el salto cualitativo. Universidad, postgrados, trabajos retadores, relaciones sin el mito virginal y a los que les gusta cocinar, pues cocinan, no importa el sexo... Leyeron lo que les dio la gana y lograron que se les respetaran sus habitaciones y sus amistades. Tienen autonomía económica, laboral e intelectual. Nadie les cuestiona sus triunfos políticos o empresariales. Se casan o viven en unión libre. Deciden si quieren hijos o no.Ahora las nietas, desde los 10 años chatean, preguntan, se relacionan de forma más abierta con los papás y prácticamente no tienen tabúes irracionales. Investigan, dominan lo virtual y opinan con criterio.No sé cómo serán las hijas de las nietas, tal vez pasen vacaciones en Marte y hablen por señas. De lo que estoy segura es que algo definitivamente ha cambiado para la Mujer.PD: Menús de la época ¡Años Veinte!: Sopa, pompadour, sabaletas en salsa roquefort o sardinas a la alemana, lengua a la papillot, sorbetes, ensalada de papas y nabo, postre carlota, café negro.

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