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¡Adultos pero no idiotas!

En total, por coronavirus hasta el día de hoy, domingo, en que escribo esta columna, en Colombia han muerto ochocientas noventa personas.

1 de junio de 2020 Por: Aura Lucía Mera

En total, por coronavirus hasta el día de hoy, domingo, en que escribo esta columna, en Colombia han muerto ochocientas noventa personas. De todas las edades. Unos mayores, otros cincuentones, otros treintañeros, algunos niños. Ya se convirtieron en estadística. Además ya los reemplazaron, pues están llegando al país ochocientos ‘greengos’, así con doble e de green, verde, camufladitos de ‘asesores’, o sea que no se ha muerto nadie. Estamos en empate. De pronto estos asesores verdes vienen ya infectados, lo cual aumentaría las corono estadísticas, de jóvenes, me imagino, porque jóvenes verdes no entran en casa de viejos verdes, ¿o no?

Al Gobierno, con mayúscula, porque es el central, el coronavirus le está afectando el cerebro, en el caso de que tuviera. Le ha dado al Presidente en ejercicio (así suena más militar) por dos obsesiones: la primera salir en la tele en prime time (en inglés para que los verdes que llegan entiendan) haciéndole la competencia a la única Diva que hemos tenido en Colombia, que by the way la deben tener encerrada por vieja a pesar de todas las cirugías. Erizada de la ira.

Pues sí. A Duque, o ya le podemos ir diciéndole el Duque: sale todas las noches maquilladito, rosadito, muy bien arregladito, ya le salió un video ‘detrás de cámaras’, a lo mejor luego lo mandan a competir con El Sendero de la Anaconda porque es parecido al río Apaporis, sinuoso deslizándose en silencio, protegido por enormes paredes rocosas, en fin; no sé qué audiencia tenga. Yo prefiero ver Criminal Minds en Netflix.

La segunda obsesión son los ‘viejitos, abuelitos, ancianitos’. Tan tierno el Duque, tan preocupado, en un país azotado por los asesinatos de líderes sociales, que tiene hambre y el desempleo sube como el cohete que acaba de mandar el esquizofrénico de Trump a ver si los ‘greengos’ miran pa’rriba y no ven el despelote de su país.

Preocupado, eso sí, por la salud y la felicidad de aquellos que en pleno uso de sus facultades mentales los han declarado oficialmente muertos en vida, confinados, sin posibilidad de aire puro ni de que les entre el sol, sin poder ver a sus hijos ni nietos, ni hacer ejercicio, muchos en la más absoluta soledad, teniendo que asear la vivienda, tender la cama, sacudir el polvo, cocinar, lavar el plato, barrer. Todo esto en silencio a menos que hablen con la nevera o el trapeador.

Violando a mansalva el derecho a la libertad individual, conduciéndolos no al horno crematorio, ya esto lo hicieron los paramilitares, sino a la más absoluta soledad, matándoles el alma, como en Las Acacias, bambuco que debe cantar muy bien. Sin que le importe un bledo los momentos de angustia, de depresión, de claustrofobia si no tienen balcón o si la única ventana da a la culata de otro edificio. Esto es inaceptable e imperdonable.

Somos Adultos. Sí. Pero no idiotas. Sabemos cuidarnos, y no nos iremos a bailar salsa a la galería Santa Elena, por referirme a Cali. El Duque, desde su palacete, ¿no habrá pensado en esas viviendas de interés social en el Valle, caluroso y húmedo, de cincuenta metros cuadrados donde vive el “abuelito” en un rincón, hacinado con la nuera, los nietos, el perro, bajo un techo de zinc? Y con hambre, dejando los últimos retazos de su vida como si fuera un delincuente cuyo mayor crimen ha sido estar vivo, trabajar, luchar por su familia y resistir. ¿No vamos a reaccionar?

PD. ¿Vamos a permitir que nos metan en el frigorífico por haber tenido la osadía de llegar sanos, con energía e ilusiones a esta etapa de la vida? ¡Mamola!

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