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Tres testimonios

Los afanes evangelizadores de nuestras iglesias, las misiones y los compromisos sociales, nos vuelven a plantear quien es el Jesús que nosotros conocemos, amamos y seguimos.

19 de enero de 2020 Por: Arquidiócesis de Cali

La juventud de este milenio que apenas llega a los 2020 años, los conflictos políticos, sociales y religiosos que se tejen en el mundo, las dos tendencias de la iglesia planteadas por la película de los dos papas en netflix, el cuidado del cambio climático planteado por el sínodo de la Amazonia, los afanes evangelizadores de nuestras iglesias, las misiones y los compromisos sociales, nos vuelven a plantear quien es el Jesús que nosotros conocemos, amamos y seguimos.

Tres testimonios muy particulares sobre la persona de Jesús, el salvador nos ofrece hoy la Iglesia en su liturgia Eucarística.

El primer testimonio es de Isaías, uno de los profetas mayores del Siglo VIII A.C. que vivió en el reino de Judá y anunció que Jesús vendría como siervo, luz de las naciones. Esta descripción nos afirma que el Mesías será sobre todo servidor y luz universal para toda la humanidad. “te hago luz de las naciones, para que mi salvación alcance hasta el confín de la tierra». Isaías 49, 3. 5-6. Jesús es la verdadera luz que ilumina el auténtico sentido de nuestra existencia.

El segundo testimonio es de Saulo Pablo que en el comienzo de la primera carta a los Corintios dice que Jesús, el santo de Dios, ha venido a consagrarnos para la santidad, es decir, para vivir una amistad personal con Dios. “A los consagrados por Cristo Jesús, a los santos que él llamó” 1Corintios 1, 3. Sin una relación con Dios nuestra vida no tendría la grandeza de la dignidad humana.

Y finalmente el tercer testimonio lo encontramos en Juan, el bautista, que proclama abiertamente que Jesús es el Cordero de Dios que quita los pecados del mundo. El cordero sin mancha se utilizaba en la religiosidad judía como una ofrenda que se sacrificaba a Yahvé por los pecados del pueblo. Y de esta manera aparece Jesús como la nueva ofrenda que va a morir por los pecados de la humanidad. Una vida gastada y sacrificada por los demás es el camino de la verdadera realización humana. Juan 1, 29-34.

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