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“Todo el que se enaltece será humillado...”

¿Hasta dónde tendremos que caer para finalmente tener que aceptar aquel mensaje...

29 de agosto de 2010 Por: Arquidiócesis de Cali

¿Hasta dónde tendremos que caer para finalmente tener que aceptar aquel mensaje esencial del Evangelio que nos enseña que todos somos iguales a los ojos de Dios?De muchas formas nos ha hablado el Señor Jesús para hacernos entender que los males que sufrimos en nuestra sociedad, como la violencia, las injusticias, el dinero mal habido, las discriminaciones, las exclusiones, etc., no son otra cosa que el resultado de aquella mentalidad reinante, la cual se atreve a valorar a las personas únicamente según sus posibilidades materiales.Qué bueno que podamos detenernos en este día y reconocer que todo lo que somos y tenemos en nuestra vida es gracias a Dios; que no hay nada que no hayamos recibido de Él: nuestras cualidades, nuestras capacidades, nuestros seres queridos... y que, aunque a nuestros ojos a veces nos veamos diferentes a los demás, ante los ojos de Dios, todos somos iguales, porque a todos nos ha creado y no de cualquier manera, sino imprimiendo en cada uno su imagen y semejanza, lo que nos hace a todos iguales en dignidad, llamados todos a compartir su vida: vida de felicidad, vida de paz, vida de plenitud.La invitación que en este domingo nos hace el Señor a dejar de lado la soberbia de corazón que pudiera hacernos sentirnos más que los demás, nos debe llevar a meditar seriamente la advertencia que igualmente nos hace: “Todo el que se enaltece será humillado y el que se humilla será enaltecido” y que, si de algo nos debamos gloriar, sea de sentirnos bendecidos por todo un Dios que a nadie discrimina, porque a todos ama por igual. Y que así lo manifestemos en la vida, valorando y respetando la vida y la honra de cada persona que el mismo Dios coloque en nuestro camino.

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