Superar las tentaciones con la caridad

Por: monseñor Juan Carlos Cárdenas Toro, obispo auxiliar de Cali

Detrás de las tentaciones subyace siempre un trasfondo de egoísmo, poner el yo antes que Dios y los demás.

El I Domingo de Cuaresma presenta el Evangelio en el cual Jesús es tentado por el diablo en el desierto durante 40 días. Y estas tres tentaciones que Jesús enfrenta podemos resumirlas en el afán desmedido del tener, del poder y del disfrutar.

Claramente Jesús, en su humanidad enfrenta las seducciones con las que el maligno le quiere hacer caer, y lo hace con su corazón conectado con la voluntad de su Padre. Ante la tentación, Jesús no resiste centrado en sí mismo, en sus fuerzas, sino abandonado en Su Padre.

Las tentaciones son trampas con las que el enemigo nos quiere llevar lejos de Dios, encerrándonos en el limitado horizonte de nuestra fragilidad. Por ello, cuando se cae en la tentación, generalmente el ego le ha ganado al llamado a tener una existencia centrada en Dios y en los demás.

Desde este punto de vista, además de la Gracia de Dios, sin la cual es imposible mantenernos firmes ante las tentaciones, la caridad, el abrirnos a servir, a practicar las obras de misericordia, se convierten en una incomparable medicina que el Creador nos deja para poner el ego en el lugar que le corresponde y encontrar que sirviendo a nuestros hermanos que sufren de maneras tan diversas, es el camino para abrazar a Dios y al bien y el amor por y para el cual Él nos trajo a la existencia.

Aprovechemos estos 40 días y de la mano de Jesús en la noche de la Vigilia Pascual podamos celebrar con el Resucitado al hombre nuevo que brilla y actúa con fuerza en nosotros.