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Sínodo Pan Amazónico “Venga a nosotros Tu Reino”

El papa Francisco ha convocado al Sínodo Pan Amazónico. Será un evento de gracia y bendición.

7 de julio de 2019 Por: Vicky Perea García

Por: monseñor José Octavio lara pachón, vicario Episcopal para la Familia y la Cultura

“(...) lo que sí vale en la vida es el haber sido creados de nuevo”, dice Pablo en algún momento de su vida tal vez recordando el instante en el que una luz fulgurante lo derribó ”de su cabalgadura y le sumergió” sus ojos terrenos en un abismo de oscuridad para, poco a poco, rehacérselos como ojos espirituales.

Con esa mirada nueva se ‘alegró con Jerusalén’, esa pequeña comunidad de seguidores del camino que lo tenían todo en común y lo compartían con alegría y sencillez de corazón; se le llenó su espíritu de gozo y “cantó himnos en honor del Nombre”; y asumió con valentía la misión de “preparar los caminos” del Señor yendo de pueblo en pueblo anunciando el mensaje del Reino.

El papa Francisco ha convocado al Sínodo Pan Amazónico. Será un evento de gracia y bendición. Quizás él quiera que esta asamblea sea como esa “luz fulgurante de lo divino” llamada a derribarnos de nuestras cabalgaduras y a sumergir nuestros ojos en la oscuridad para, como a San Pablo, rehacernos y ayudarnos a asumir el reto de construir el Reino del Padre en la Tierra.

No puede ser más oportuna esta convocación. Hemos accedido al núcleo de lo infinitamente pequeño y hemos descubierto la potencia de la energía que mora dentro de él y que, como en el caso de Chernobyl,
podría nulificar nuestra capacidad de control. Hemos descifrado la melodiosa armonía del código genético y tenemos la tentación de sobrescribir su partitura -como lo anunció algún científico chino- sin ser conscientes de los efectos derivados de ello. Nos hemos encontrado con un enjambre pasmoso de virus y bacterias naturales e, incluso, hemos creado algunos que, en algún momento, por razones fortuitas o queridas, no seríamos capaces de aherrojar y mantener bajo control. Estamos presenciando y padeciendo los eventos aleatorios e impredecibles del cambio climático que, con nuestro estilo de vida o por razones desconocidas de más amplio espectro, hemos desencadenado. Y hemos creado una economía multipolar y universal que por girar en torno a la moneda parece despreocuparse de sus efectos nefastos sobre la vida que habita nuestro planeta.

En este contexto nuestro sabio padre Francisco nos invita a dirigir una mirada nueva a la Amazonía para contemplar la belleza de su riqueza natural y etnográfica, para meditar sobre la vida, no solo la humana, sino toda forma de vida y, para, desde este pulmón y corazón del mundo, crecer en la conciencia de que nuestro Planeta Azul, es, que sepamos, la única morada de la vida en este vasto universo. Y, para ayudarnos a comprender que, en consecuencia, tenemos como la más elevada de nuestras tareas la de convertirnos, en palabras de un sabio moderno, en “los pastores del ser” o, recurriendo a una hermosa figura de los pueblos profundos de nuestra tierra, en ‘jaibanás de la vida’ o, en palabras Jesús, en constructores del Reino.

Tal vez sea esa la misión a la que nos llama hoy Jesús en el Evangelio: a rehacernos desde dentro, a reconstruirnos como humanidad, a nacer de nuevo a un mundo en el que le ecología integral prime sobre la cultura de muerte y la economía de culto al dinero y nos permita vislumbrar los rasgos del Reino del Padre en la Tierra. Amen.

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