Queremos ver a Jesús

Algunos griegos que subieron a Jerusalén para la Pascua le dijeron a Felipe que querían ver a Jesús (Juan 12, 20-33).Ver el rostro de Jesús, el Hijo de Dios, es encontrarse con la verdad, la bondad y la belleza de Dios. Este anhelo está inscrito en el alma de toda la humanidad. Es lo que llamamos la sed de Dios. Efectivamente con Jesús, Dios ha comenzado a escribir su ley de amor en el corazón de los hombres. Antes, fue escrita en la dureza de las piedras que bajó Moisés de la montaña, y los hombres desobedecieron la ley de Dios.Ahora, en la plenitud de los tiempos, Jesús se ha encargado de conquistar cada corazón para escribir con su propia sangre derramada, una carta de amor donde Dios nos acoge como a sus hijos, gracias a su amor sacrificado y misericordioso.Jesús cargó con nuestros pecados y pagó por nosotros las deudas de nuestras infidelidades. ¡Y a qué precio! A través de su sacrificio en la cruz. Por esto dice el autor de la carta a los hebreos: “Con lo que padeció experimentó la obediencia”.De esta manera Jesús nos enseñó que se da gloria al Padre cuando aprendemos a morir para que otros tengan vida. “En verdad, en verdad os digo: si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda él solo; pero si muere, da mucho fruto.Ver a Jesús en toda la verdad de su amor es contemplarlo en la cruz y luego en la gloria de la Resurrección.