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Qué está pasando en Buenaventura

Quienes vivimos en este distrito especial del Pacífico colombiano, todos los días nos sorprendemos ante la multiforme manifestación de la violencia, la corrupción, el abandono del Estado y la degradación moral.

3 de junio de 2018 Por: Arquidiócesis de Cali

Quienes vivimos en este distrito especial del Pacífico colombiano, todos los días nos sorprendemos ante la multiforme manifestación de la violencia, la corrupción, el abandono del Estado y la degradación moral. También nos sorprendemos de lo maravillosa que es la gente de este territorio, de los valores sociales que cohesionan su vida diaria, de la rica gastronomía, de las oportunidades estratégicas con respecto a los mercados mundiales, de la variada cultura afrocolombiana, del potencial pesquero, maderero, minero y turístico.

Los últimos cuatro alcaldes han terminado en la cárcel y no vemos claramente un liderazgo que pueda generar confianza en la población. Muchos grupos armados ilegales están presentes, cada uno dominando una parte del territorio y a pesar de los esfuerzos de la fuerza pública, la situación no parece mejorar.

Ante este panorama y haciendo una lectura de la situación de Buenaventura, podemos decir que hemos cambiado los valores que fundamentan la vida familiar y social. Hemos cambiado la honradez, el trabajo, el respeto, el servicio, por la adoración del ‘dios dinero’, que ha sido elevado como fin de la vida y no como lo que debería ser, un medio.
Cuando una persona persigue el dinero, ‘a como dé lugar’, no le importa nada ni nadie, termina viviendo ‘sin Dios y sin ley’. No se equivocaba San Francisco de Asís cuando decía que el dinero es el estiércol del demonio. Además, cada día nos damos cuenta que la corrupción es el pecado más grande que tiene nuestra nación. Con ella, poco a poco se van destruyendo las bases de la sociedad, se pierde la esperanza y se convierte a las personas en mercancías. El narcotráfico, es una buena prueba de esto por los montos billonarios que maneja y por el poder que ejerce a sangre y fuego donde se asienta.

Buenaventura tiene alrededor de 500 mil habitantes y la mayoría de ellos son personas buenas y con arraigo en sus valores ancestrales. Existe una economía dinámica y el comercio del Pacífico tiene su epicentro aquí. El desarrollo se evidencia en la dinámica de la construcción y en el mejoramiento de las vías. Casi toda la población está a la expectativa de las soluciones que pueda traer el compromiso del gobierno central después del paro cívico. Es cierto que han disminuido los asesinatos y las masacres, pero han variado las formas de delinquir como el robo de celulares en moto, los atracos a través del fleteo, la extorsión y la venta y consumo de estupefacientes.

Solo a través de una fuerte educación en valores, de una decidida estrategia para combatir la delincuencia y las bandas mafiosas, de una presencia del Estado en los lugares remotos como los ríos y los litorales con inversión en salud, educación y proyectos de generación de ingresos, con normas más flexibles que estimulen la creación de empresas locales, especialmente, en el sector pesquero que produce unos cincuenta mil empleos directos, con la unión de todos los sectores para crear un frente común que nos lleve a repensarnos en qué estamos fallando, podemos empezar a encontrar la salida a todos nuestros males.

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