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Preparen el camino del Señor

Que el Espíritu Santo renueve los corazones y los sane de tantos odios, rencores y resentimientos con su luz y su presencia, en este adviento.

10 de diciembre de 2017 Por: Arquidiócesis de Cali

Por: monseñor José Roberto Ospina Leongómez, obispo de Buga

Permítanme dar unas pequeñas indicaciones sobre este evangelio.

El primero en organizar un relato escrito sobre Jesucristo fue Juan Marcos, quien acompañó primero a Pablo y a Bernabé y después a Pedro; este escrito es comúnmente conocido como el Evangelio de San Marcos.

Quiere mostrar que Jesús es el Mesías o Cristo, es decir, el Ungido, y que es el Hijo de Dios.

Escribe su evangelio hacia el año 70 DC, para una comunidad cristiana, venida del paganismo, que no conocía las costumbres judías.

Y comienza diciendo: "He aquí que envío mi mensajero delante de ti, quien preparará tu camino; voz del que grita en el desierto (de ahí la imagen del león que ruge, que hace sentir su voz, y que caracteriza a Marcos en la iconografía cristiana): prepárenle el camino del señor, hagan rectas sus sendas", citando al profeta Isaías, y aplicado este texto a Juan Bautista, quien predicará la conversión y confesión de los pecados, para quienes fueran bautizados en el Jordán.

En este tiempo, estamos invitados a enderezar en nosotros mismos lo que a lo largo del año se fue torciendo en nuestras relaciones familiares, laborales, sociales o en nuestro comportamiento moral.

Es un tiempo de gracia, para que Él me salve, me llene con su presencia transformadora, y me renueve espiritualmente. Debo reconocer solamente que necesito de Dios para ser mejor persona, papá o mamá, soltero o casado, empresario o trabajador, joven o viejo, enfermo o sano, rico o pobre, sacerdote u obispo. Por eso, Juan afirma: "yo los bautizo con agua, pero Él los bautizará con Espíritu Santo". El gran poder que crea personas nuevas y renueva todo es el Espíritu Divino. Ese Espíritu nos lo regala el Mesías o Cristo, el Hijo de Dios.

Preparemos el camino del Señor, más que con adornos navideños, con el adorno del corazón arrepentido que se confiesa pecador y necesitado de Dios. Preparemos el camino del Señor soñando una patria reconciliada e incluyente, en la cual todos nos sintamos responsables del futuro al elegir un presidente que nos aúne a todos en el propósito sagrado e irrenunciable de la paz.

Que el Espíritu Santo renueve los corazones y los sane de tantos odios, rencores y resentimientos con su luz y su presencia, en este adviento.

Ven, ven, Señor, no tardes tanto...

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