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Para que tenga vida y en abundancia

El evangelista San Juan pone en labios de Jesús afirmaciones categóricas que describen su ser y su misión, todas antecedidas por el “Yo Soy” del Antiguo Testamento: “Yo soy la luz del mundo, Yo soy el pan de vida, Yo soy la resurrección, Yo soy el camino, la verdad y la vida, Yo soy la puerta y Yo soy el buen pastor”

7 de mayo de 2017 Por: Arquidiócesis de Cali

El evangelista San Juan pone en labios de Jesús afirmaciones categóricas que describen su ser y su misión, todas antecedidas por el “Yo Soy” del Antiguo Testamento: “Yo soy la luz del mundo, Yo soy el pan de vida, Yo soy la resurrección, Yo soy el camino, la verdad y la vida, Yo soy la puerta y Yo soy el buen pastor”.

Estas afirmaciones de Jesús, el Hijo de Dios, describen no sólo su ser y su misión, sino que también describen la forma como hace posible que lo conozcamos, lo amemos y lo sigamos, de manera que el fin último de su presencia en el mundo se realice. Cristo vino a nosotros para que tengamos vida y vida en abundancia (Jn. 10, 10 b). Esto es, para que dejando a un lado las obras del ladrón, que son las obras de la muerte: “robar, matar, destruir” (Jn. 10, 10 a), podamos vivir como hijos de la luz, y así demos testimonio del amor, que se hace vida, justicia y paz.
El Buen Pastor, Cristo Jesús, presente en los pastores que Él ha elegido, sigue sembrando en el mundo la semilla de la esperanza, sigue fortaleciendo la fe en el Padre celestial, y sigue animando a todos a ser hombres y mujeres de bien. Los pastores de hoy buscan imitar a su maestro que, buscó por todos los medios posibles dar sentido a la vida de los hombres que estaban como ovejas sin pastor, desalentados y sin esperanza.

En los tiempos actuales, los sentimientos de desamparo y soledad, por tan numerosas noticias de dolor, cunden. Es necesario por tanto, poner la mirada en Jesús, para reconocerlo como puerta de entrada al cielo y el pastor que nos protege de todo mal.

Sea esta la mejor ocasión para orar y dar gracias a Dios por el papa Francisco, que vendrá como misionero de la esperanza a Colombia, por los obispos y los presbíteros, para que “sean fieles dispensadores de los misterios de Dios” (1Cor. 4,1) y con su palabra y ejemplo se esfuercen por prolongar en el tiempo y en el espacio la misión de Jesús, de dar vida. Es necesario orar también para que surjan muchas y santas vocaciones sacerdotales, y para que al pueblo no le falte nunca la presencia de pastores que amen y sirvan como Jesús amó y sirvió.

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