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Navidad real no virtual

Navidad es redención del ser humano, irrupción del Amor

20 de diciembre de 2020 Por: Vicky Perea García

Por: pbro. Germán Martínez Rrodas, vicario episcopal para la educación de Cartago

Hoy, día quinto de la novena de Navidad, junto “al hermoso signo del pesebre, tan estimado por el pueblo cristiano” (Papa Francisco, Admirabile signum, del 1 de diciembre del 2019), se hace realidad la gran noticia del Dios que se acerca a todos, nace entre nosotros, pobre entre los pobres, humilde y pequeño para desarmar nuestra soberbia de mente y de corazón.

No celebramos con nostalgia la fiesta antigua de familia, con natilla, buñuelos y regalos por montones; celebramos el acontecimiento grande que los creyentes llamamos encarnación: “Y el Verbo se hizo carne y desplegó su tienda entre nosotros” (Juan 1, 14), es decir que nos envuelve “una carpa inmensa” que nos cobija del frío del sinsentido, del desconcierto ante lo que no logramos comprender, de la desesperación y la angustia por tanto dolor, violencia, indefensión y desamparo. Navidad es realmente la presencia clara y luminosa de Dios, fundamento de todo lo que existe. Navidad es humanización de Dios, en el niño Jesús Dios ha tocado toda vida humana y la ha dignificado, la ha enaltecido.

Navidad es redención del ser humano, irrupción del Amor (con mayúscula), de la Verdad (también con mayúscula), en el corazón egoísta y violento, en la mente escéptica y agnóstica de las personas que se han perdido en el laberinto del razonamiento y la teoría. Navidad es solidaridad divina con la humanidad, asunción incondicional de la debilidad, el error y la miseria del corazón humano, gracias a un niño del cual el evangelista Lucas dice: “El que va a nacer será santo y le llamarán Hijo de Dios” (1,35).

Y Navidad es esperanza, es decir convicción de que toda persona tiene sus raíces más allá de sí misma, su futuro está más allá del tiempo y del espacio; la secuencia del ser humano no es ya nacer y morir, es nacer-morir-vivir con Dios. Bendita ‘pandemia’ que nos hizo tomar conciencia en este 2020 de la fragilidad humana, que nos humilló encerrándonos, que nos causó y sigue causando distanciamientos dolorosos, que ha dejado unas huellas imborrables para bien o para mal en nuestras vidas, que nos guste o no, nos ha hecho volver humildes ante Dios, para interrogarlo, para orarle, para descubrirlo, para ver su rostro en los que sirven, cuidan y se acercan a los contagiados con entrega generosa. Esta es la navidad real, no la virtual, por eso en estos días no repetimos la frase de cajón: “Feliz navidad”; más bien los creyentes nos deseamos santa Navidad y nuevo año lleno de bendiciones. esta noche, en el día quinto de la novena, en tu casa, con los tuyos, con tus amigos, intenta vivir una navidad real, tal vez descubras el sentido profundo de unas fiestas que en muchas ocasiones hemos desvirtuado.

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