Nace Jesús, el salvador

monseñor Luis Fernando Rodríguez Velásquez, arzobispo de Cali
Nace Jesús, el salvador
A solo unos pocos días de la Navidad, escuchamos el anuncio que el Arcángel Gabriel hace a José, indicándole que el hijo que María iba a dar a luz provenía del Espíritu Santo, y que lo llamaría Jesús, “porque Él salvará a su pueblo de sus pecados” (Mt. 1, 21).

No deja de ser maravilloso que, en medio del bullicio y el jolgorio de estos días, se nos invite a tener un momento de paz y de serenidad para contemplar el misterio que estamos cercanos a celebrar, y es el misterio de nuestra salvación.

Ese Niño, cuyo nacimiento en Belén conmemoramos, trae unas buenas noticias que es necesario considerar. Con él, sentimos cercana la presencia de la divinidad, él es el Emmanuel, el Dios con nosotros. En ese Niño se cumple lo que san Juan diría más tarde en su evangelio: “Tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo único para que todo el crea en él no se pierda, sino que tenga vida eterna” (Jn. 3, 17). Es la misma divinidad ante la cual los Reyes Magos se postran para adorar.

En ese Niño de Belén, la pequeñez y debilidad se hacen fuertes y se convierten en un clamor para que todos reconozcamos la dignidad humana que debe ser siempre respetada. En ese Niño nos vienen la vida y la liberación de la esclavitud del pecado.

En el niño de Belén se condensa el mensaje de la paz, la misma que los pastores cantan con júbilo. La paz que para nosotros parece esquiva, pero que viene a nuestro encuentro y espera que también salgamos a su encuentro con sinceridad y compromiso.

Con el Niño están María y José. La Sagrada Familia de Nazaret “es la escuela donde empieza a entenderse la vida de Jesús, es la escuela donde se inicia el conocimiento de su Evangelio. Aquí aprendemos a observar, a escuchar, a meditar, a penetrar en el sentido profundo y misterioso de esta sencilla, humilde y encantadora manifestación del Hijo de Dios entre los hombres… ¡Cómo quisiéramos ser otra vez niños y volver a esta humilde pero sublime escuela de Nazaret!”, decía San Pablo VI en su visita a Tierra Santa en 1964.

En Navidad estamos llamados a recuperar el valor y significado de la familia, de la familia de cada uno, y poder intercambiar los ‘guinaldos', que más que cosas materiales, deberían ser los compromisos para restaurar los vínculos rotos.

A quienes leen cada semana las reflexiones que generosamente publica El País y que con amor escribimos los pastores católicos de las diócesis de Buga, Buenaventura, Cartago, Palmira y Cali, les deseamos una feliz y santa navidad. Dejen que Jesús, el Salvador, nazca en sus corazones.