La palabra contra el mal

En este primer domingo del tiempo de Cuaresma la Madre Iglesia nos propone el Evangelio de las tentaciones de Jesús en el desierto. En el ciclo litúrgico de este año seguimos la narración de Mateo, que coincide básicamente con la de Lucas.Todo parte de una necesidad vital: Jesús tiene hambre, después del prolongado ayuno. Si de veras eres el Hijo de Dios, manda que estas piedras se conviertan en panes, sugiere arteramente el enemigo; Jesús responde citando un pasaje del Deuteronomio: La Escritura dice: No solamente de pan vive el hombre sino de toda palabra que sale de la boca de Dios. Vuelve a la carga el diablo, y esta vez quiere anticiparse a cualquier respuesta de Jesús, pues pretende sustentar en textos de la Escritura su propuesta: Si de veras eres el Hijo de Dios tírate abajo. Porque la Escritura dice: a sus ángeles dará órdenes para que te cuiden, y también: te llevarán en sus palmas para que tu pie no tropiece en la piedra. A este segundo embate, Jesús responde con otro texto bíblico. También dice la Escritura: no exigirás pruebas al Señor tu Dios. Y llega la confrontación definitiva. Con infinita desfachatez, el tentador propone: todo esto (es decir: todos los reinos del mundo y su gloria) te lo daré si te postras y me adoras, Jesús responde con vehemencia: ¡Lejos de aquí, Satanás! Porque la Escritura dice: Al Señor tu Dios adorarás y solo a él lo servirás. Es la derrota total del enemigo, que no tiene más remedio que alejarse.Muchas lecciones pueden sacarse de esta narración, pero quiero resaltar el uso de la Palabra de Dios contra la tentación. Como buen israelita, Jesús ha escuchado y aprendido la Palabra; en la soledad del desierto la ha meditado densamente. Con el uso que de ella hace nos indica el camino necesario para vencer el Mal y al Maligno. ¿Qué tanto conocemos nosotros la palabra? Y sobre todo, ¿qué tan convencidos estamos de ella como principio y guía de nuestra conducta y de nuestras opciones?