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La misericordia anunciada

Abre la Iglesia el Adviento 2015 y se dispone a emprender el...

29 de noviembre de 2015 Por: Arquidiócesis de Cali

Abre la Iglesia el Adviento 2015 y se dispone a emprender el camino de un tiempo iluminado con la clave maravillosa del Año de la Misericordia que será inaugurado en estos días, primero en Roma y luego en todas las diócesis del mundo.Sabemos, que Adviento quiere decir llegada, advenimiento. En el lenguaje de la fe se puede hablar de esperar a alguien que viene y aguardar la presencia del que está por llegar abriéndole el corazón. Con San Lucas, a quien la Iglesia leerá este año, seremos capaces de entenderlo en clave de Misericordia.Cuántas cosas disponemos en nuestra vida cuando se nos anuncia una visita. La del Señor que es eterna, constante y fiel, nos pone a pensar en tres palabras que son como el sentido de estos días: Vino, viene y vendrá.A veces nos conmueve lo que hoy nos proclama el Evangelio y nuestra vida se estremece ante la imagen imponente del Rey que viene a juzgar en “aquel día terrible y glorioso en el que pasará la figura de este mundo”. Lastimosamente muchos, apoyados en estas palabras, siembran en las almas el terror y la desesperación, cuando el mensaje nos invita es a “levantarse con la frente erguida… a permanecer en vela, con la confianza en el Hijo del hombre”.Ven, Señor, canta la Iglesia, cantan las canciones amorosas que empezamos a entonar. Ven, decimos con signos de alegría y de esperanza aguardando que tengamos el valor de vencer la sociedad de consumo que nos esclaviza con tantas cosas que, pueden, como advierte San Lucas, “embotar la mente” y destruir la paz y la felicidad con “el desenfreno, la embriaguez y las preocupaciones diarias”.Ven Señor. Te esperamos en los brazos de María, la Virgen santa del Adviento. Ella nos ayudará a esperar con amor, ella hará de nosotros Misioneros de la vida y de la fe. La Madre del Adviento nos dará la alegría de esperar y de ver, ya no en el Pesebre sino en el corazón, a aquel al que empezaremos a invocar diciendo: “Consuelo del triste, luz del desterrado… mi constante amigo, mi Divino Hermano”.

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