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La Eucaristía, presencia amorosa de Dios

Nunca olvido el testimonio de mi padre arrodillado ante el santísimo sacramento del altar cuando el cura párroco de mi pueblo exponía los domingos por la tarde la hostia consagrada en la custodia en forma de sol radiante para la adoración y bendición de la comunidad.

18 de junio de 2017 Por: Arquidiócesis de Cali

Nunca olvido el testimonio de mi padre arrodillado ante el santísimo sacramento del altar cuando el cura párroco de mi pueblo exponía los domingos por la tarde la hostia consagrada en la custodia en forma de sol radiante para la adoración y bendición de la comunidad.

La fe en la presencia real de Cristo en el pan y en el vino consagrados fue haciendo nido en mi corazón y en mi mente en la medida que fui formado en la propuesta cristiana al lado de mi familia, de mi parroquia y de mi escuela. Participar de la Eucaristía de Primera Comunión fue un gozo muy profundo porque pude recibir a Jesús, el amor de Dios, en un encuentro personal que jamás he olvidado y he tratado de cultivar.

He participado con el papa San Juan Pablo II en la Eucaristía y procesión de Corpus Christi en Roma desde San Juan de Letrán hasta Santa María la Mayor a lo largo de la vía Merulana. Su testimonio de fe en la Eucaristía que él llevaba en sus manos me ha conmovido de nuevo y me ha confirmado lo que Jesús nos ha dejado escrito en el evangelio de Juan. “Yo soy el pan vivo, bajado del cielo. Si uno come de este pan, vivirá para siempre; y el pan que yo le voy a dar, es mi carne por la vida del mundo. El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna, y yo le resucitaré el último día. Porque mi carne es verdadera comida y mi sangre verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre, permanece en mí, y yo en él”. Juan 6, 51.53-56.

La Eucaristía es la que construye la Iglesia y la Iglesia vive y crece gracias a la Eucaristía. La Eucaristía es celebración a la que llamamos santa misa: Palabra, Sacrificio, Cena de hermanos y Presencia. Pero también la Eucaristía es Adoración privada ante nuestros sagrarios y capillas de adoración perpetua y adoración pública cuando exponemos el Santísimo en la custodia y salimos en procesión por las calles para dar testimonio comunitario de nuestra fe en la presencia real de Cristo como lo hacemos hoy, domingo de Corpus Christi.

Vivir esta presencia de Dios entre nosotros es caminar acompañados de Cristo Resucitado que nos quiere discípulos y misioneros en su Iglesia y en el mundo: Mateo 28, 19 “Id, pues, y haced discípulos a todas las gentes bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, 20 y enseñándoles a guardar todo lo que yo os he mandado. Y he aquí que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo”.

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