La dictadura del dinero
Los gobiernos de la Cortina de Hierro cayeron con las revueltas populares....
Los gobiernos de la Cortina de Hierro cayeron con las revueltas populares. Los regímenes árabes, omnipotentes y vitalicios, están viviendo lo mismo. Las democracias occidentales, incubamos la dictadura del lucro salvaje y de la voracidad empresarial y bancaria, convirtiendo al dinero en la medida de todas las cosas. El afán de lucro se convirtió en olvido y desmedro de la vida, del amor, del trabajo honrado, del equilibrio ecológico... olvido de Dios. Engordar el aparato represivo y el trabajo sucio de la nefasta limpieza social, manejar la macroeconomía y mandar migajas a las microsociedades de la miseria, pareciera ser el concepto estatal de prosperidad. Dentro de él surge el punto G de la degradación: guerrear, ganar, gastar, gustar... no importan los medios. Los resultados: criminalización de la sociedad; corrupción; mercado de narcóticos, de armas y trata de personas; violencia y agresividad.Urge una revisión a fondo de nuestra cultura y prácticas económicas, y de los sistemas claves para garantizar la sostenibilidad de un país: el sistema social, fundamentado en la participación y autogestión de las unidades poblacionales y los sistemas estatales de justicia penal, educación y administración pública que hagan posible la convivencia civilizada y pacífica. La paz se hará cuando la gente quiera hacerla, de la mano del Estado, en corresponsabilidad social y empresarial que desinflen la violencia e integren en los núcleos de familia, educación y sociedad del trabajo productivo a quienes hoy andan haciendo de las suyas. El Evangelio hoy nos alienta a reubicar la vida en lo esencial de Dios, de la armonía con la naturaleza que Él crea y sostiene, en pacífica administración comunitaria de los bienes que Él nos ha confiado. Podemos olvidarnos de Dios y hasta una madre puede olvidarse de su hijo. Pero Él jamás se olvidará de nosotros. Descansa en Dios alma mía. Confien en Dios: desahoguen ante Él su corazón, proclama el salmista.