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Es necesario que Cristo reine

Al mundo se le transforma así: haciendo el bien; dejando que sea más fuerte el amor que el odio, el bien que el mal, el deseo de servir, que el afán por buscar ser servidos.

26 de noviembre de 2017 Por: Arquidiócesis de Cali

Por: monseñor Juan Carlos Cárdenas Toro, obispo auxiliar de Cali

La liturgia nos presenta hoy a un Jesús que reina como pastor: que guía, que reúne, que cuida, que venda a todos aquellos que, heridos, se congregan en su Reino (Cf. Ezequiel 34,15-17).

Por ser un ‘rey servidor’, Jesús plantea que nuestra entrada en el Cielo dependerá, al final, de si hemos sido o no capaces de encarnar los sentimientos y actitudes del Señor para con nuestros semejantes, particularmente aquellos que padecen sufren (Cf. Mateo 25,31-46).

Esta fiesta de Cristo Rey nos interpela de muchas maneras. Quisiera plantear estas:

Jesús, modelo de liderazgo signado por el servicio

Hoy se habla de influenciadores para referirse a personas que con su estilo de vida generan tendencia. Vale la pena preguntarse cuál es el liderazgo que debe influenciar a padres de familia, empresarios, ministros religiosos, suboficiales y oficiales militares, gobernantes, etc.

Jesús debería ser el ‘influenciador’ ideal: muestra cómo el verdadero poder no se impone por la fuerza, con engaños y sin marco ético, sino que éste se desempeña desde el servicio, la preocupación especial por los más débiles, con el fin de hacer la familia, la empresa, la Iglesia, la sociedad, espacios donde todos puedan sentirse protegidos, respetados, cuidados.

La caridad criterio definitivo


Alguien preguntó en algún momento a Jesús qué mandamiento era el más importante y su respuesta fue clara y contundente: amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a sí mismo. ¿Qué será, entonces, lo definitivo para entrar en la vida eterna?

De acuerdo al evangelio de hoy, es claro que no son ritos o prácticas devocionales solas lo que nos garantizará la entrada en el Cielo. San Juan de la Cruz decía: al atardecer de la vida seremos examinados en el amor. Lo definitivo será amar, de maneras concretas, expresadas aquí en los rostros de los hambrientos, sedientos, prisioneros, enfermos, privados de lo fundamental.

Al instaurar la Jornada Mundial de los Pobres, celebrada por primera vez este año, el Santo Padre quiso generar la conciencia de que es ‘mirando a los ojos’ a los pobres, saliendo a su encuentro, con cercanía y respuesta a sus necesidades más apremiantes, como haremos vida la caridad.

Para que todo esto sea posible, debemos hacer nuestras las palabras de san Pablo: es necesario que Cristo reine. Como ciudadanos del Reino, encarnemos los rasgos y sentimientos de Jesús; hagamos presente su reinado en el mundo: servidores en el amor de Dios, obradores del bien.
Al mundo se le transforma así: haciendo el bien; dejando que sea más fuerte el amor que el odio, el bien que el mal, el deseo de servir, que el afán por buscar ser servidos.

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