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El reto de transfigurarnos como el Hijo Amado

La transfiguración de Jesús, se nos presenta como un reto para todos aquellos que nos consideramos sus discípulos.

28 de febrero de 2021 Por: Vicky Perea García

Por: padre Diego Fernando Guzmán Ruiz, Pbro., Arquidiócesis de Cali

La primera lectura tomada del libro del Génesis, nos presenta a Abraham asumiendo el doloroso designio de Dios, quien le pide sacrificar a su hijo. Dios al ver la actitud obediente de Abraham, le pide detener el sacrificio y le promete como premio una descendencia numerosa y un pueblo modelo para todos los demás pueblos del orbe. Este relato siempre se ha visto como una prefiguración del acto salvífico de Dios, al sacrificar a su Hijo como remedio definitivo para el agobiante y penoso destino de la humanidad derrotada por el pecado.

Un padre dispuesto a sacrificar a su único Hijo, no deja de ser una actitud desconcertante en estos tiempos, donde la sociedad del confort, nos dice que el sacrificio y el esfuerzo humanos, no son cuota de auténtica felicidad. De todos modos, ese deseo absolutamente sobrenatural, es la única y definitiva salida que garantiza una profunda e inquebrantable comunión entre la creatura y su creador. Este remedio definitivo proporcionado por el amoroso deseo de Dios por salvar a la humanidad, encuentra su plena realización en el madero de la cruz.

En el monte Tabor, sucede algo sobrecogedor. Narrado por Marcos, se nos muestra a Jesús en su plena revelación. Moisés y Elías como signo de la continuidad del designio salvífico, corroboran el reconocimiento de Jesús como Señor de la historia y del tiempo. Luego los apóstoles como testigos de excepción de esta teofanía, ven con sumo gozo la verdad absoluta del Dios-Hombre. Y en medio de este momento de éxtasis y solera espiritual, surge la voz del Padre que pide sea escuchado su Hijo, “el amado”.

La transfiguración de Jesús, se nos presenta como un reto para todos aquellos que nos consideramos sus discípulos. Cada acción realizada por Jesús es un punto de partida para nosotros, pues nos corresponde seguirlo a través del camino que nos va marcando. Esto significa que en cada hombre y mujer que ha decidido seguir al Señor, debe imperar el anhelo de una auténtica transfiguración de nuestra vida. En tiempos tan complejos como los que vive nuestro país, convendría una profunda transfiguración del rostro de nuestra amada Colombia, donde los valores del Reino enseñados por Jesús, se convirtieran en una auténtica ruta de salvación social. Un camino de purificación, de consenso y reconciliación inspirado en la escucha y el encuentro. Dios siempre ha salido al encuentro del hombre, pues nos corresponde salir al encuentro de Dios, a través de un nuevo tipo de ser humano, que transfigure su vida y la realidad que lo rodea.

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