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El camino de la transformación

¿Dónde estarían “los milagros” de nuestra época, justo en el momento de convulsión que vive nuestro país? Es una pregunta válida e imperiosa, pues no podemos abstraernos de lo que sucede y de cómo podemos iluminar la vida de nuestro pueblo colombiano, a través de la palabra, que crea y sana.

16 de mayo de 2021 Por: Arquidiócesis de Cali

Por: Diego Fernando Guzmán Ruiz, Pbro., Arquidiócesis de Cali 

Con la ascensión del señor a los cielos, para estar a la derecha del padre, se da inicio a la historia de la Iglesia misionera. Marcos en este pasaje nos muestra la ascensión casi como un evento apenas mencionado, porque el énfasis que nos presenta el evangelista coloca su acento en el anuncio del Evangelio.

Creer en Jesús y su anuncio, genera una serie de milagros, que deben ser entendidos como acciones extraordinarias, fruto de la fe en el señor.
“Vayan por todo el mundo y prediquen el Evangelio a todas las creaturas. Quien crea y se bautice se salvará, quien no crea se condenará”. Este mandato se convierte en el elemento fundamental de la acción de la Iglesia, pues a través de él se comunica la salvación a todos aquellos que crean y se incorporen al camino de discípulos a través del bautismo.

Una vez que Jesús asciende, para el grupo de los apóstoles fue una tarea primordial cumplir con el mandato del señor, “luego salieron los apóstoles a predicar por todas partes, y el señor cooperaba confirmando la predicación con los milagros que la autenticaban”. Esa ha sido la tarea que la Iglesia ha cumplido durante todo este tiempo.

¿Dónde estarían “los milagros” de nuestra época, justo en el momento de convulsión que vive nuestro país? Es una pregunta válida e imperiosa, pues no podemos abstraernos de lo que sucede y de cómo podemos iluminar la vida de nuestro pueblo colombiano, a través de la palabra, que crea y sana.

Ante el panorama de conflicto de vive nuestro país, donde la violencia arrebata con estela de muerte la juventud crítica de nuestra Colombia, contemplemos al resucitado que, subiendo al cielo, nos invita a anunciar el evangelio del amor, para que, a través de la reconciliación y diálogo, podamos hacer “el milagro” de conducir a esta sociedad hacia escenarios donde las relaciones humanas y cristianas estén en mayor sintonía con el designio divino, que ante todo quiere la salvación para todos.

No nos quedemos mirando para el cielo, esperando como la historia pasa sin que el anuncio llegue a todos, vayamos con gozo espiritual a anunciar la vida y la reconciliación, para que cuando el señor vuelva nos encuentre unidos por la fe en él, en perfecta armonía material y espiritual donde la dignidad humana sea el vivo reflejo de la gracia de Dios que ha transformado a la humanidad en la persona de nuestro amado Jesucristo. Amén.

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