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Domingo de ramos, domingo de alabanzas

Nos hemos preparado para la Semana Santa durante estos días de la cuaresma, con tres prácticas especiales: limosna, oración y ayuno. Así se leyó en el evangelio del miércoles de ceniza, Mt 6, cuando Jesús invita a obrar...

14 de abril de 2019 Por: Arquidiócesis de Cali

Por: monseñor José Roberto Ospina Leongómez, obispo de Buga

Nos hemos preparado para la Semana Santa durante estos días de la cuaresma, con tres prácticas especiales: limosna, oración y ayuno. Así se leyó en el evangelio del miércoles de ceniza, Mt 6, cuando Jesús invita a obrar para agradar al Padre Celestial y no para ser vistos por los hombres. La intimidad del corazón, en donde está Dios, cuando tenemos obras de caridad, cuando podemos hablar con Él y escucharlo, y cuando nos esforzamos por privarnos del alimento para compartirlo con los más necesitados, son expresión del anhelo de conversión y de la necesidad de ser salvados.

En este domingo de ramos, la liturgia nos presenta el amor de Dios que nos abre el oído para poder escucharlo y decir una palabra de consuelo al abatido (y sí que hay tristeza en tantos corazones). Es un domingo en el que se lee la pasión del Señor, para que unidos a sus sentimientos, sufrimientos y padecimientos, su amor sane las heridas del alma, nos abra a la generosidad del perdón, nos dé ganas de ser mejores, podamos relativizar la vida y el tiempo, y pensemos en la importancia de la trascendencia, pues la vida no se acaba con la muerte sino que, gracias a la resurrección de Jesucristo, tendremos vida eterna.

Los relatos de la pasión fueron los primeros relatos que se escribieron de la vida y enseñanza de Jesús, pues el impacto fue tan grande, los desconcertó tanto, los hizo sufrir demasiado, que es por eso que hasta la piedad cristiana ha expresado y conservado en los crucifijos ese misterio de amor de Dios, en Jesucristo, para con nosotros.

Les propongo a los lectores hacer un ejercicio durante esta semana: relean el relato de la pasión según san Lucas 22,14-23,56, y traten de entrar en los sentimientos de Jesús, es decir, pregúntense: ¿qué sintió Jesús cuando encontró a los discípulos durmiendo, sin que les importara ese momento dramático que él estaba viviendo? ¿qué sintió cuando oyó a Simón Pedro decir que no lo conocía? ¿O cuando eligieron a Barrabás, que era un asesino, para que lo soltaran y para él pidieron la crucifixión, castigo para los infames? ¿O entender que Jesús disculpa a los que lo están crucificando y pide perdón para ellos? ¿Qué sintió cuando lo retan que baje de la cruz si de verdad es el Mesías de Dios? Etc. etc.

Estoy seguro que este ejercicio ayudará a todos a limar asperezas, ser más pacientes, mirar con misericordia a los demás, dar el perdón que otros necesitan y que aliviará el alma de quien tiene resentimiento o rencor.

Que de allí brote una alabanza sincera de adoración y gratitud.

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