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“Dios capacita a los que elige”

El Evangelio de este domingo nos muestra la forma cómo el Señor Jesús elige a sus apóstoles

21 de enero de 2023 Por: Vicky Perea García

Por: monseñor Rubén Darío Jaramillo Montoya, obispo de Buenaventura

Es común que en nuestro país para proveer un cargo en un entidad pública o privada se utilicen todo tipo de estrategias clientelistas, amiguismos, roscas y coimas. No siempre se eligen a los mejores, pero sí a los que tienen algún grado de cercanía, familiaridad o interés. Lo mismo podríamos decir de los motivos que incluso han llevado a que personas con antecedentes corruptos vuelvan a ocupar cargos o trabajos de alguna importancia.

El Evangelio de este domingo nos muestra la forma cómo el Señor Jesús elige a sus apóstoles. Lo primero que destacamos es que Jesús busca a sus primeros colaboradores de manera espontánea, poca técnica y sin requisitos previos. No les pidió la hoja de vida, no les preguntó de qué familia eran herederos y tampoco se fijó en los títulos académicos obtenidos. Solo pasó, se fijó en ellos y los llamó. Ese es el método de Dios.

Desde el seminario mayor me enseñaron que Dios no elige a los capaces, sino que capacita a los que elige. Y los capacita con la fuerza y la iluminación del Espíritu Santo, pero también por medio de la oración, los sacramentos, la Palabra, las obras de caridad y la doctrina eclesiástica. Por eso de ese puñado de ‘ignorantes’ y pescadores poco preparados, salieron los fundamentos de su gran proyecto futuro: la iglesia.

Dios trabaja con el barro que encuentre y hace maravillas con este elemento. No es raro que el Génesis diga que hemos salido del polvo de la tierra y a la tierra tengamos que volver. Pero la fuerza de la obra transformadora viene de lo alto y por eso eligió a los 12 apóstoles y los fue llevando poco a poco, con caídas y levantadas, con frustraciones y con aciertos, hasta que los coronó de gloria en el Reino Celeste. La misma historia de la salvación es todo un proceso de transformación humana de un pueblo que no era nada y luego se convierte en luz de todas las naciones.

Y los eligió para que le colaboraran en su plan de salvación. Ese puñado de apóstoles fue suficiente para irradiar la luz del resucitado en todos los rincones de la tierra. Por eso se le denomina la obra de Dios y no la de nosotros, frágiles, limitados y pecadores. Con el salmo 26 hoy podemos decir: El Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién temeré? El Señor es la defensa de mi vida, ¿quién me hará temblar?

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