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Corpus Christi: para que tengamos vida

Al celebrar la fiesta de Corpus Christi, hacemos un acto de fe...

29 de mayo de 2016 Por: Arquidiócesis de Cali

Al celebrar la fiesta de Corpus Christi, hacemos un acto de fe en la presencia real de Cristo en la Eucaristía. Le damos gracias porque al comer su cuerpo y beber su sangre, tenemos su vida en nosotros, vida que debemos transmitir para transformar el mundo. Cristo se da como alimento para un mundo con hambre: hambre de Dios, de amor, de justicia, de paz, no sólo la que se logre con las Farc, sino la paz que debe existir en nuestra vida ordinaria. Cristo se da a un mundo también con hambre física, no porque la tierra no pueda producir pan para todos, como decía el papa Benedicto, sino porque la mente humana es más creativa para descubrir medios de destrucción que para encontrar nuevos caminos para la vida. Nosotros no construimos medios de destrucción, pero cuántas veces arruinamos nuestra vida y la de otros con nuestros odios, rencores, chismes, con la violencia intrafamiliar y tentamos a Jesús con el espíritu de Satanás al decirle que Él puede solucionar los problemas con milagros: transformando piedras en panes (Mt 4,4).El Señor, en su infinito amor, nos da la respuesta: “Cuando los Apóstoles le dijeron que despidiera a la multitud, para que fueran a las aldeas vecinas a buscar alojamiento y comida pues ellos no tenían nada que ofrecer, Jesús les contestó: “Denles ustedes de comer “. Jesús aportaría lo principal: el pan; pero ellos, lo comerían y lo darían a los demás. Yo soy el pan de la vida, el pan vivo bajado del cielo. Quien coma de este pan vivirá siempre. El pan que yo daré para la vida del mundo es mi carne (Jn. 6.35.51).En la procesión, llevamos al Señor en la Custodia, pero no basta, debemos pedirle que aumente nuestra fe para llevarlo en la custodia de nuestro corazón: que en las familias, en la vida ordinaria, en la calle, en el trabajo, todos sientan la presencia viva de Dios en nosotros porque vivimos llenos de amor y alegría, felices al ver todo el bien que hacemos al repartir los cinco panes y los dos peces que tenemos pero sobre todo compartiendo a Jesús: solo Él puede calmar el hambre que hay en el mundo. Él nos da la vida que dura para siempre, la vida para nuestra ciudad y para el mundo. La fiesta del Corpus Christi nos recuerda que comulgar es tomar a Jesús, recibirlo con todo nuestro ser y darlo a los demás, para que tengan vida.

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