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Caminando juntos

Sintamos esta esperanza renovadora que ilumina y disipa las tinieblas de la vida y nos ayuda iluminados por Jesús a construir una nueva sociedad

28 de noviembre de 2021 Por: Vicky Perea García

Por: Diego Fernando Guzmán Ruiz, Pbro. Arquidiócesis de Cali

El lenguaje apocalíptico con el que nos habla Jesús en Lucas, nos invita a ponernos en itinerario espiritual a la espera de este Mesías y salvador. Previo a la contemplación de este misterio del Dios que se hace humano para mostrarnos el camino hacia el Padre, la Palabra para este primer domingo de adviento, nos presenta un panorama terrible e intimidante, pues los acontecimientos catastróficos que nos prefigura Jesús, nos inducen a tener una mirada expectante que no permita relajarnos en nuestro profundo deseo de entrar en comunión con el Padre del cielo.

Ante esta realidad espantosa Jesús nos invita a “tener ánimo y levantar la cabeza”, pues el miedo paraliza, en cambio la esperanza renueva las fuerzas y recobra la fe, para continuar el camino de la vida hacia la liberación de tantos apegos e idolatrías que nos distraen del verdadero propósito que es unirnos al Dios que salva.

En estos tiempos que nos apuran y nos distraen, en medio de la embriaguez de las promesas falsas de una sociedad de confort que vende humo y miedo, nos anima la esperanza de este Jesús encarnado en la historia. Que la humanidad se deje guiar por aquel que “practica el derecho y la justicia en la tierra”, que no es otra cosa que la misericordia divina.

Al comenzar este tiempo del Adviento, que nos llenemos de este Jesús que nos levanta la cabeza para mirar el horizonte nuevo, donde la Jerusalén del cielo nos inspira para que desde esta tierra construyamos un nuevo mundo, que no esté signado por la catástrofe y el pesimismo. Que la contemplación del misterio encarnado nos lleve a buen puerto.
Sintamos esta esperanza renovadora que ilumina y disipa las tinieblas de la vida y nos ayuda iluminados por Jesús a construir una nueva sociedad donde todos podamos caminar juntos con la cabeza erguida y la mirada digna, pues somos el pueblo de Dios que hace realidad el reino de justicia y de paz en la vida y en la sociedad.

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