Cali: ciudad región de paz
Visitar el futuro es algo más que una frase bonita. Es un...
Visitar el futuro es algo más que una frase bonita. Es un ejercicio de escenarios previsibles y de estrategias para lograrlos, partiendo de lo que es posible y sostenible en el espacio y tiempo, dentro de los límites y oportunidades de la naturaleza, la historia y los procesos. No son, entonces, meros sueños, meros deseos reprimidos. Para la experiencia cristiana de Dios, el futuro se volvió anticipación y gracia de bienaventuranza, de visión de la novedad, de transfiguración de la persona, de las sociedades y del entero cosmos, con la fuerza que emana del Señor Resucitado. A ese ejercicio nos convoca hoy la Palabra inspirada: el ímpetu del Evangelio que recorre ciudades, impregna vidas, organiza comunidades, suscita el compartir fraterno, abre puertas y cierra heridas, aclara horizontes (primera lectura). Es un cielo nuevo y una tierra nueva, en la retina del vidente del Apocalipsis, cuando se superan los dolores y sufrimientos del hombre viejo, sometido a la esclavitud de los ídolos y de la muerte. Es la fiesta de la nueva Jerusalén, convertida en novia que se desposa con Dios, en casa habitada por el Amor Eterno: enjugará las lágrimas de sus ojos, y ya no habrá muerte, ni luto, ni llanto, ni dolor, sino un universo nuevo (segunda lectura). Pero ¿cómo se logra este milagro de transformación? Salió Judas del cenáculo, y quedan El Resucitado y sus discípulos, unidos por el vínculo y distintivo de los que pasan de la muerte a la vida con Jesús, resucitando con Él: la señal por la que conocerán que son discípulos míos, será que ustedes se aman unos a otros (Evangelio).Cali, nuestra ciudad región del Suroccidente y del Pacífico, no es propiamente la sucursal del cielo como acostumbramos llamarla. Tiene sus infiernos y purgatorios propios, sus llagas y heridas. Pero acumula el bien de la fe, la sabiduría y el sabor de diversas culturas, la alegría festiva de sus gentes, la hermosura de sus valles, ríos y montañas, la brisa del mar, las oportunidades del Océano. A esta Cali que amamos, la historia la convoca hoy a conquistar la paz urbana, la paz ciudadana, la paz de la ciudad nueva, que no está en las agendas de La Habana o de Quito, sino en el anhelo de vida y felicidad de todos. Mientras Gobierno y subversión hacen las paces, hagamos nosotros la paz, la que solo se construye por vía de participación y generosidad. Hagamos de Cali la Ciudad Región de Paz. Amén.