Buena noticia para los pobres y oprimidos

Escrito por: Prebistero Wiston Mosquera Moreno, vicario general de la Arquidiócesis de Cali

En el tercer domingo del tiempo ordinario hemos sido invitados por su santidad Francisco a contemplar la palabra de Dios, esa palabra que se hizo carne en las entrañas de una Virgen llena de la gracia. Por eso es importante que hoy y siempre acojamos con sinceridad y apertura de corazón este mensaje liberador y poderoso que nos presenta la liturgia, en el que el autor sagrado para orientar a sus lectores lo primero que hace es servirse de dos secciones de capítulos distintos del evangelio de Lucas, en los cuales declara cual es su intención y la presentación de Jesús en la sinagoga de Nazaret, donde aplicándose un texto del profeta Isaías, nos expone lo que será el programa de su misión liberadora. Isaías 61, 1-3.

Con el mensaje de gozo de la segunda sección, se conecta la primera lectura en la que se expresa la gran alegría del pueblo israelita por el reencuentro con la ley del señor, que les anuncia el sacerdote Esdras.
¿Qué fue lo que hizo Jesús en la sinagoga con lo cual generó gran revuelo entre sus contemporáneos y oyentes de la poderosa palabra? Fue comprometerse con la restauración del ser humano, ya que la causa del ser humano pide reconstruir su figura siendo esto lo que ha hecho al asumir nuestra condición humana y restablecerlo en su dignidad de hijo de Dios.

Según el programa expuesto por Jesús y su línea de actuación apostólica, la finalidad del anuncio del reino es la salvación integral de todas las personas, es decir su liberación de toda situación de esclavitud, pues algunas son fruto del pecado de cada uno y otras corresponden al pecado social o estructural arraigado en nuestras culturas que violan la dignidad de la persona. Por eso dice Jesús al terminar de leer el rollo, “hoy se cumple esta palabra que acaban de oír”, puesto que él es el mesías prometido a Israel y su mesianismo tiene unos beneficiarios prioritarios y ellos son los pobres, los oprimidos, los presos, los ciegos, los excluidos de todo. Por este motivo cada persona creyente o discípula de Jesús está llamada a asumir con radicalidad esta opción por los marginados y a denunciar toda forma de opresión, cualquier forma de corrupción y las distintas maneras de explotación en razón a que la libración anunciada por Jesús no es solo espiritual, sino que se dirige al ser humano en su totalidad y todo esto se comienza desde esta vida.

Ojalá que este domingo, el mensaje que nos da Jesús tenga un verdadero eco en quienes tienen la responsabilidad de conducir a los pueblos y naciones, para que puedan cada vez más eliminar tantas brechas generadoras de desigualdad y miseria, violencia y desplazamiento en sus territorios, que los que ahora aspiran a sucederlos, siempre reconozcan que se deben a esas personas y no a intereses mezquinos y opresores de sus mismas comunidades.