Asunción de la Virgen María

Este misterio consiste en que la Virgen María después de su muerte recibió la glorificación de su cuerpo, de tal manera que se le ha dado de una manera anticipada la plenitud de la salvación, participada por Jesucristo Resucitado, que tendremos los que la acojamos en nuestras vidas. Lo expresamos diciendo que fue llevada a los cielos (asunta) en cuerpo y alma.Jesucristo existe hoy resucitado, elevado a la plenitud de la gloria, “está sentado a la derecha de Dios Padre Todopoderoso”. María existe hoy glorificada con Él en el cielo. Dios quiso enaltecerla por su respuesta obediente de fe que le permitió realizar en ella toda la obra de la encarnación de su Hijo por acción del Espíritu Santo.María desempeñó su misión de madre del Señor, y Él mismo en la cruz quiso prolongar este papel maternal de ella en todos los miembros de Cristo (Jn. 19, 26-27), en su Iglesia. Reconocemos a María como Madre de la Iglesia, Madre nuestra, la invocamos con los títulos de “Abogada, Auxiliadora, Socorro, Mediadora”, y experimentamos con nuestra piedad su protección maternal, su intercesión. El Señor Jesucristo ha suscitado así en ella una participación especial de su mediación.Una verdadera devoción a la Virgen María debe llevarnos a Jesucristo y se puede ilustrar con sus palabras en las bodas de Caná: “Hagan lo que Él les diga” (Jn. 2, 5), es decir, debe ponernos en el serio cumplimiento de la voluntad del Señor.Es importante fomentar en nuestras familias la oración en común siquiera una vez cada día, teniendo en cuenta la Palabra de Dios y la Virgen María. Ayudan mucho las publicaciones, tan difundidas ahora, que nos vinculan a la Eucaristía. Permitamos que se cumpla en nuestros hogares aquella promesa de Cristo: donde dos o tres se reúnen en mi nombre, allí estaré en medio de ellos. Así encontraremos pleno sentido a aquellas hermosas imágenes que con tanto cariño conservamos de nuestra Madre, la Santísima Virgen María.