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Alegría, paz y misericordia en la Pascua

Y “los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor” (Jn....

12 de abril de 2015 Por: Arquidiócesis de Cali

Y “los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor” (Jn. 20,19). El encuentro con el Resucitado hace que de la tristeza, del miedo, de la duda, del encierro, provocadas por la muerte de Jesucristo, se pase a la alegría, al valor, a la fe y a la misión. El Resucitado se presenta a los discípulos para confirmar sus palabras y para que descubrieran la verdadera paz que nos regala, paz que es Él mismo. Y esto sucede el día de su resurrección, como para que no quede ninguna duda.Acabamos de vivir en todo el mundo, en especial los católicos y los cristianos en general, el misterio de la Pascua. Fueron muchos los propósitos que seguramente se hicieron cuando se escuchaba la Palabra de Dios y se meditaban los distintos momentos de la pasión, muerte y resurrección de Jesús. Ahora, en esta segunda semana de Pascua, ponemos la mirada en Cristo, fuente de la alegría y de la paz, en Cristo, manifestación plena de la misericordia del Padre.En efecto, lo que se celebró en la Pascua, es nada más y nada menos, que el cumplimiento de lo que dice San Juan: “Tanto amó Dios al mundo, que envió a su Hijo, para que todo el que cree en él no se pierda, sino que tenga vida eterna” (Jn. 3,16).Sentirse amado por Dios hace que broten del corazón sentimientos de alegría y de paz. Hace que podamos decir como Tomás: “Señor mío y Dios mío” (Jn. 20,28). Este apóstol expresó su adhesión al Resucitado más por el amor que por la fe, si bien la fuerza de su amor, lo llevó a profesar la fe dando también testimonio de ella entregando su vida.De esta forma, el “Príncipe de la paz”, al cual hace referencia el cardenal Pietro Parolin en la carta en la que anuncia la venida del Papa Francisco a Colombia, se nos presenta como el camino seguro para desarmar los corazones y para dar el paso de ir más allá de un proceso de paz, para dar cabida a quien es la verdadera paz, lleno de justicia, de misericordia y de perdón, Cristo Jesús, resucitado de entre los muertos. No podemos olvidar que “Cristo es nuestra paz” (Ef. 2,14).

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