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Abusar de Dios y del débil

Que el rechazo a la pederastia sea también el repudio al abuso sobre toda vida humana débil, empezando por la que está por nacer.

30 de septiembre de 2018 Por: Arquidiócesis de Cali

Apoderarse de Dios y pretender ‘enjaular al Espíritu Santo’, abusar del pobre y de la conciencia débil, son las conductas que reprocha duramente la Palabra de Dios este Domingo.

Moisés, Santiago y Jesús son traídos por las lecturas de la ‘biblia litúrgica’ para denunciar las celotipias proselitistas y sectarias, las injusticias sociales de los ‘acumuladores de capital’, y los abusadores de los pequeñitos y débiles a quienes tenían qué proteger.

De cara al monopolio de la fe, Moisés anhela un Pentecostés para todos: “Ojalá todo el pueblo del Señor fuera profeta y recibiera el Espíritu del Señor”. Y Jesús prohíbe impedir que los que “no son de los nuestros” actúen en su nombre y hagan el bien a la gente, como espera recompensar hasta el mínimo bien que la gente haga por sus discípulos.

La diversidad y los diversos, como los mismos adversarios, no deberán extrañar ni suscitar en los seguidores de Jesús celos u odios. Mucho menos pretender eliminarlos o pedir venganza al cielo. Buscar la unidad en la diversidad y la conciliación en la contrariedad, será siempre la reacción constructiva de los verdaderos discípulos.

Explotar al trabajador, retenerle su salario y acumular bienes a base de injusticias y despojos, ha de suscitar la ira de Dios y la denuncia profética y la solidaridad de la Iglesia. No podemos ‘pasar de agache’ ante los desastres de la riqueza injusta y mal habida, ilícita y corrupta. El pobre requiere el amparo y la fortaleza de quienes creemos en Dios como única riqueza a la que debemos aspirar todos.

“Los abusos sexuales, de autoridad, de poder y de conciencia”, como los denuncia el papa Francisco, son la mayor monstruosidad en la persona de un servidor de Dios, más si es clérigo o religioso. Quien hace caer o tropezar al débil, quien abusa de “estos pequeñuelos que creen”, que se confían a uno que les dice servir a Cristo, deberá ser mutilado, separado, como mano, pie u ojo que escandaliza y hace caer a todo el cuerpo. Los miembros que actúan así perjudican a la Iglesia que es ese cuerpo.

Que Dios no sea abusado por ningún creyente, cubriendo con su nombre las pasiones de poder, riqueza o placer que esclavizan a los seres humanos, el abuso del diverso, del pobre y del más débil.

Que el rechazo a la pederastia sea también el repudio al abuso sobre toda vida humana débil, empezando por la que está por nacer.

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